sábado, 13 de mayo de 2017

Militancia de extrema izquierda 1965-1982. (2)

Desde mitad de los sesenta, contra el franquismo y durante la transición, lucharon cientos de miles de personas en uno u otro momento, por muchos lugares, fábricas, universidades y barrios, obreros y estudiantes, también gentes de teatro, cine, prensa; abogados, editores, libreros, colegios profesionales,… incluso en algunas instituciones hubo minorías activistas, como en la Iglesia, el ejército… Los movimientos estudiantil, vecinal y obrero desgastaron las opciones continuistas del régimen, siendo fundamental para evitarlo las luchas obreras que rompían la producción desestabilizando el orden y la legalidad vigente. De entre aquella multitud, hubo unas cuantas decenas de miles de activistas que lo hicieron de forma estable, continuada y organizada y que no solo tenían objetivos inmediatos, tenían proyectos políticos para sustituir al franquismo incluso algunos soñaban con construir una nueva sociedad, sin clases y sin explotación, a ese colectivo nos referimos como extrema izquierda o izquierda radical.

Antifranquistas hubo mucha gente sin adscripción partidista, entre los militantes que lucharon establemente no solo hubo comunistas e izquierdistas radicales, también hubo monárquicos, demócratas, republicanos, nacionalistas, liberales, demócrata cristianos, falangistas, sindicalistas autónomos, sectores de la Iglesia post conciliar,... la contribución de grupos cristianos en las luchas obreras fue numerosa, e importantísima en los años ’50 y ‘60, su participación fue clave en grandes huelgas, determinante en Asturias, Euskadi, Cataluña y Madrid, en la creación de las primeras CCOO, y en el desarrollo y organización de luchas sindicales y vecinales; a finales de los ’60 y ’70 muchos cristianos se mezclaron con el marxismo y formaron parte de la militancia comunista y de la izquierda radical en sus mismas agrupaciones, o reconvirtiendo directamente las suyas propias, caso de AST-ORT, 1970[1].  Otros muchos siguieron peleando solo desde su condición cristiana.

El PCE destaca en 1965 en ‘Nuestra Bandera’[2]:
‘’su ‘importante actividad, extensa e intensa, entre las que HOAC y JOC no son las únicas actividades bajo el apelativo cristiano, Los otros grupos católicos, éstos ya de tipo clandestino –Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) y Unión Sindical Obrera (USO) en Euzkadi, Sindicatos Cristianos en Cataluña y Federación Sindical de Trabajadores (FST) en Madrid– difieren ya bastante de hoacistas y jocistas, aunque a veces estén nutridos por militantes de ambos orígenes. En realidad se trata de grupos abiertamente políticos, no ligados a ninguna labor de apostolado, portadores de una u otra línea política al movimiento obrero’’.

Sobre sociología política y religión resultan imprescindibles los numerosos trabajos de José Ramón Montero[3]. Interesante el documento aportado por Pere Ysás[4], sobre activismo político de los sacerdotes antes de morir Franco, cuantifica 2.558 individuos sobre 23.971, lo que permite relativizar su importancia militante. Otro colectivo no necesariamente coincidente con los anteriores son los curas obreros, unos pocos curas trabajan como obreros, algunos compaginando sus tareas parroquiales, otros comprometidos en organizaciones, en todo caso fenómenos diferentes y minoritarios respecto al de la militancia activista de católicos en organizaciones obreras y/o marxistas.

De entre las decenas de miles de antifranquistas, destacó la militancia comunista por su organización, capacidad de lucha y entrega, el PCE y los grupos de extrema izquierda, leninistas, trotskistas, maoístas; también unos pocos socialistas. Y por supuesto los anarquistas, que aun sin representar el protagonismo que tuvieron en la primera mitad de siglo XX, fueron importantes luchadores antifranquistas, que este trabajo deja al margen para mejor ocasión por falta de fuerzas para abordarlo. A partir de mediados de los años sesenta un conjunto de acontecimientos influye en los sueños de muchos españoles que se incorporarán al activismo político: la revolución del 68 en Europa y EEUU, París, Praga, la guerra de Vietnam,  las luchas por los derechos civiles-negros,  la revolución China, la ruptura Chino-Soviética, las luchas por la independencia en África, el Concilio Vaticano II… curas guerrilleros en América Latina; en España se empezarán a conocer los movimientos ecologistas, antimilitaristas-pacifistas, -que tomarán protagonismo en los ‘80-; y el feminismo. La lucha feminista generará una dinámica revolucionaria, en parte compartida duplicando militancia con la izquierda radical dentro de sus mismas siglas y en parte como movimiento feminista con fuerza y poder independiente.

A mediados de los sesenta en España, se incorporan nuevas hornadas de jóvenes militantes, estudiantes y obreros, y se generan nuevas posibilidades de potenciales encuadramientos que se traduce fundamentalmente en los grupos a la izquierda del PCE, aunque nunca llegaron a tener su potencial. El hecho es que la militancia comunista con su impronta de emoción transformadora de la sociedad ya era posible realizarla en variados partidos diferentes. La escuela de lucha, de estudio y relaciones de cada persona, tiene mucho que ver con los individuos que estuvieran cerca en la universidad o el trabajo. Naturalmente que podía elegirse la opción política, mejor en los setenta que en los sesenta, pero las relaciones de proximidad humana eran altamente influyentes en la adscripción partidista de cada persona, aún siendo determinantes la lucha contra la dictadura y los sueños de una sociedad sin clases, las relaciones personales influían poderosamente en las afinidades identitarias, como era visible en las constantes fracciones.

Un individuo se hacía trotskista porque sus amigos lo eran, o bien se arrimaba a un grupo pro-chino porque un compañero del trabajo en quien confiaba se lo pedía, etc. Después de tomada la decisión, una vez dentro, la identificación grupal funcionaba integrándolo, las relaciones humanas, las discusiones, las acciones, toda la actividad que se realizaba intentaba diferenciarse del resto de partidos y ello conducía a reafirmarse en la elección inicial. Hasta que llegaban otros momentos en los que el desarrollo interno de cada cual, iterando con las modificaciones del entorno, del propio grupo, y/o de la sociedad, empujaban en otra dirección y producía abandonos o cambios de grupo.

La incorporación de nuevos activistas junto con los escindidos procedentes del PCE, FLP, de grupos cristianos y de ETA, configuran nuevos grupos situados a su izquierda, según sus documentos y objetivos declarados, luchan contra el franquismo y contra el capitalismo, pretenden construir una nueva sociedad comunista mediante la revolución, sea socialista, democrático popular, antiimperialista... Son militantes comunistas, marxistas, leninistas, trotskistas, maoístas, anarquistas, cristianos… y feministas, éstas doblarán militancia en los grupos anteriores y serán pieza fundamental en la gran revolución española del siglo XX.

Durante aquellos años sesenta y setenta destruimos los pilares de la sociedad franquista e intentamos construir una nueva sociedad distinta a la que había. En la destrucción y construcción participaron millones de personas  sin un guión común, empujando no necesariamente en la misma dirección, ni con la misma fuerza e intensidad. La militancia de la izquierda radical sin tener objetivos compartidos, fue una de las fuerzas dentro del conjunto de luchas y movilizaciones en las que participaron muchas otras personas e identidades difíciles de homogeneizar, salvo en su antifranquismo y deseos de vivir mejor. La resultante de aquellas luchas fue la sociedad española en la que vivimos, hasta la crisis de 2008. Mucha de aquella gente renunció desde los ochenta al resultado y no aceptaron su protagonismo en la creación de la España democrática, no quisieron responsabilizarse de lo que habían logrado cambiar, no aceptaron el resultado porque no era el soñado, aunque contribuyeron al mismo con sus esfuerzos. Sin la izquierda radical, la sociedad hubiera sido más derechista y cercana al franquismo.



[1] Hermet, Guy ‘Los católicos en la España franquista’ editorial CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986.
Babiano, José, ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t. 8, 1995, págs. 277-293.
Fernández Segura, José, La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’.Universidad de Barcelona. 2005.

[2]  ‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Num 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972 http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm
[3] Un ejemplo de los trabajos de J.R. Montero entre muchos ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. José Ramón Montero. Reis 34 , 1986
[4] Ysás Pere. ‘Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975’. Crítica. 2004

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