sábado, 31 de diciembre de 2016

Izquierdas en Año Nuevo; Vida vieja. (2)

La mezcla de problemas generales globalizadores, con la cuestión nacional aumenta el galimatías reinante, destroza sectores de las izquierdas que se apuntan a la movilización secesionista para no sentirse aislados. La confusión se instala entre los votantes, gran cantidad de las bases socialistas no apoyan la cuestión federal, -cual, de qué forma…- tampoco muchas bases peperas apoyan la España autonómica. No es sencillo encontrar pactos/consensos que resuelvan los problemas al gusto de amplias mayorías, los que aceptan unos aspectos de su partido, rechazan otros, y en la experiencia española las discusiones siempre fueron mayoritariamente dicotómicas, contigo o contra ti, lo cual encaja muy mal con la búsqueda de caminos para este primer tercio del siglo XXI.

A la dificultad de encontrar soluciones, sumen la necesaria diferencia de coincidir en los plazos adecuados, a veces la mejor requiere largo plazo, pero el problema necesita tomar medidas a corto plazo, y no necesariamente coinciden en la misma dirección; contradicción entre estrategia y táctica, los medios pueden estar alejados de los fines. La complejidad de los problemas está en gran parte de las broncas socialistas y podemistas, y por supuesto en las más silenciosas peperas, que rápidamente tendrán que tomar nuevas posiciones ante las ideas de Aznar, las inmovilistas de Rajoy, o incluso las más posibilistas de Margallo. Por ejemplo, la cuestión hoy respecto a Cataluña, no es si se debe votar o no, sino ¿qué votar, en qué condiciones y cuando? Y no duden que estas cuestiones no están resueltas ni en el PSOE ni en Podemos, ni en el PP ni en el resto.

… Las elecciones autonómicas, fueron convocadas por primera vez por los partidos independentistas como un plebiscito por la independencia. Sus resultados arrojaron un número de votos poco inferior al 50% a favor de dichos partidos independentistas y un número de votos ligeramente superior al 50% a los partidos contrarios a la autodeterminación, cuyo resultado llevó a la CUP a declarar públicamente que el plebiscito se había perdido. No obstante, los votos traducidos en escaños, obviando el carácter plebiscitario de la consulta, arrojaron una mayor representación parlamentaria de candidatos independentistas, merced a lo cual se produjo la declaración de independencia.

La declaración de independencia realizada por la Presidenta del Parlament, está apoyada por los representantes de 1.628.714 de votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes de la CUP, en total sumarían 1.966.508 de votos ciudadanos sobre un censo electoral de 5.510.853 de catalanes con derecho a voto. Los votos que arropan la declaración de independencia representan un 35.68% del cuerpo electoral catalán. Este es el problema hoy, a esto es a lo que se debería responder, ¿aceptar, o no? como criterio constitucional que la secesión de un territorio sea posible con un 36% de votantes. El debate sobre el derecho a decidir sigue abierto en la sociedad española.

Si no les basta con lo anterior para explicarse la situación actual, sumen la tradición histórica de broncas entre las izquierdas y el caudal de escisiones que provocaron, por supuesto todas lo hacían en pos de la unidad. -Durante los ’70 antifranquistas era sencillo ver al menos un centenar de títulos de publicaciones o nombres de partidos con la inclusión de términos como unión o unidad-. Además la situación que vivimos es apoyada por la estructura competitiva de la sociedad, -y la dicotomía española en las discusiones conducente a elegir entre amigo/enemigo-, se expande por los partidos y potencia disputas intensas por el poder, que los medios utilizan como espectáculo.

Así que mejor no sorprenderse demasiado por el golpe de estado dentro del PSOE, en el que manda una Gestora, que al margen de que su presidente sea bueno, malo o regular, se supone debería convocar un Congreso para discutir y encontrar salidas colectivas, consensuar políticas de medio plazo que permitieran diseñar un proyecto a ofrecer a millones de españoles, y no lo hace por temor a que la bronca no encuentre salidas aceptables para élites poderosas. Gestora que no eligieron los militantes, pero que no quiere dejar el poder que le ha otorgado un sector de las élites hasta no determinar las líneas políticas que marquen el futuro del partido, pretenden dejar atados acuerdos con PP y C’s que determinen el camino del PSOE a medio plazo, lo cual parece lógico decidieran los militantes para facilitar la renovación del contrato social con la ciudadanía.

En el lado de Podemos, está claro que fueron muy deprisa y parte del público perdió la perspectiva de lo dificilísimo que era unir docenas de grupos con diferente historia y práctica política. Unir miles de activistas de muy diverso tipo a la contra, del PP y de los daños de la crisis, era más sencillo que coincidir en proyectos de futuro. Los debates internos no están muy alejados de antaño, definir proyectos comunes y luchas de poder, of course, en gran parte aliñadas con ingredientes nacionalistas de cada territorio y con mezclas de posturas adoptadas por cada grupo con aspectos de unos y otros. Hace un año escribí lo siguiente en relación a la CUP y Cataluña, generalizable a otros lugares:


Se intuía que podría suceder, a pesar de las repeticiones de ‘NO votaremos la investidura’. El independentismo, lo reaccionario, hoy tiene un tirón superior a la lucha por la libertad, igualdad y fraternidad, lo progresista. La lucha contra la desigualdad y por derechos sociales de las clases trabajadoras queda relegada en Cataluña, la independencia de los ricos cuenta con mucha fuerza política y mucho dinero, las presiones han debido ser de órdago desde el día después cuando reconocieron desde la CUP que el plebiscito a favor de la independencia se había perdido. El daño hecho a las ilusiones y confianza de mucha gente con espíritu de izquierdas ha sido enorme. Confiaron en los anticapitalistas, y comprueban que su capacidad de lucha y resistencia ante el nacionalismo ha sido mínima; lo que fácil y líquido viene, fácil y líquido se va. Será difícil, pero más sólido y progresista construir utilizando los valores de la Ilustración, racionalidad que relegue el romanticismo ilusionista del paraíso, partir de un contrato social entre ciudadanos, una Constitución, que establezca libertad fraternidad e igualdad, sin reconocer privilegios antiguos que obliguen a una identidad individual eliminando otras. 

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