lunes, 8 de febrero de 2016

El mito de la unidad de las izquierdas. (4 ) España: Un paradigma de luchas entre izquierdistas

El comienzo de la revolución española –la única revolución que tuvo lugar en Europa durante la existencia de la Internacional Comunista, aparte de la efímera república soviética húngara de 1919- cogió desprevenidos a los dirigentes del ‘partido mundial’.
 ‘La crisis del movimiento comunista’, Fernando Claudín.

España es modélica en luchas izquierdistas, enfrentamientos de unos contra otros y dentro de cada gran corriente o agrupamiento, que históricamente fueron: los anarcosindicalistas, FAI y CNT –La importancia mundial del anarquismo español fue enorme, el Congreso extraordinario de Madrid en 1931, cuentan que reunió a ¡¡¡500.000 afiliados!!!-. La otra gran corriente vinculada al marxismo fueron los socialistas –Indalecio Prieto vs Largo Caballero-. Anarcos y socialistas no son defensores inicialmente de la República de abril de 1931, la consideran puramente burguesa, los socialistas restringirán su colaboración con ella y los anarcos plantearán ninguna colaboración. Las escisiones crearán nuevas fuerzas de izquierda comunistas, trotskistas… dice Claudín que adscritos a la III Internacional en 1931 contarán en España solo con 800 miembros, su postura inicial se condensa en la consigna de ‘Abajo la república burguesa de los capitalistas, los generales y el clero’, (sic), utilizada con la intención de despreciarla llama la atención su ‘claridad de percepción’ cuando al tiempo se extiende la quema de iglesias y mientras los generales preparan un golpe de estado.

Un buen análisis sobre los acontecimientos en la República y en la III Internacional se encuentra en ‘La crisis del movimiento comunista’, Fernando Claudín. Ediciones Ruedo Ibérico.1970. Del que transcribo el siguiente párrafo:

‘’Una huelga parcial puede tener mayor importancia para la clase obrera internacional que ese género de ‘revolución’ a la española, efectuada sin que el partido comunista y el proletariado ejerzan su misión dirigente. Manuilski. Comité Ejecutivo  Komintern. Febrero 1930. ‘’

España vive en los años treinta una situación explosiva, pre-revolucionaria, en la cual los enfrentamientos violentos dentro del campo de las izquierdas fueron constantes desde 1931 y en plena Guerra Civil, mientras la República está sometida a intensos ataques fascistas, los partidarios de ‘hacer la revolución para ganar la guerra’ y los partidarios de ‘ganar la guerra para hacer la revolución’ facilitaron la destrucción de ambas por el ejército franquista. Unos hechos quedaron escritos para la historia de las luchas entre izquierdistas, la aniquilación del POUM, -anarco marxistas-, narrado poderosamente por George Orwell en ‘Homenaje a Cataluña’.

Tras la derrota de la IIª República y la postguerra, en el tardo franquismo, desde el 68, nuevos movimientos sociales, comunismos, antiimperialismo, feminismo, ecologismo, democracia radical, derechos civiles,… inician una nueva época visualizada en: París, Praga, Vietnam, Berkeley, Berlín, Italia…, desde entonces hasta la Transición, las disputas entre izquierdistas viejos y nuevos vuelven a arreciar, multitud de partidos y grupos políticos luchan entre sí. José M. Roca en ‘‘El proyecto radical’, La Catarata 1994’, cifra en 50.000 el número de militantes en los momentos de máxima expansión; Leguina los sitúa en 15.000, en mi opinión no más de 30.000, que después de la muerte de Franco aumentarían al ir disminuyendo la represión, entendiendo por militancia un compromiso estable y duradero durante cierto tiempo en el que se acepta la disciplina de organización y se realizan acciones de agitación, propaganda y proselitismo en lucha contra los poderes políticos y económicos. En la obra citada J.M. Roca referencia 80 grupos de los que sigue el árbol genealógico de innumerables escisiones, pág. 49 ss.

De modo que, cuando la rebelión militar de julio de 1936 puso a la República a los pies de los caballos, los partidos y sindicatos que acudieron a sofocarla conservaran, por encima de su adhesión o lealtad republicana, su identidad propia, su cultura y prácticas políticas, sus estrategias y sus metas finales, que no eran la República de 1931 sino el comunismo, el socialismo, el anarquismo o la independencia de sus naciones: por eso luchaban y por eso morían y por eso merecen ser recordados.Santos Juliá‘Una tradición inventada’ 
Muchos años después de derrotada la IIª República, será cuando muchos defiendan el mito, el imaginario de lo que pudo significar. Muerto Franco, ya en la democracia, miles de nuevos activistas de todo tipo y condición portarán la bandera republicana en cada manifestación o reivindicación como símbolo de izquierdismo, los nuevos izquierdistas no sabrán que la República fue combatida en sus inicios, malamente soportada después, apoyada según criterio de cada uno por su lado, sin reconocer nunca una autoridad unitaria, traicionada en plena guerra por los nacionalistas, PNV, ERC que intentaron pactos con Franco y otros gobiernos extranjeros… la República contaba inicialmente con los republicanos burgueses, la intelectualidad, las pocas clases medias urbanas y por muchas familias campesinas y obreras –otras familias obreras y campesinas apoyaron a las izquierdas revolucionarias. La República en gran medida estuvo abandonada por corrientes y partidos izquierdistas, es hoy después de muchísimos años cuando se festeja y reclama como símbolo, por izquierdistas que agitan su bandera tricolor. Para contraponerla a la democracia.


El aspecto destacable relacionado con el mito de la unidad, es que todos mencionábamos en nuestros papeles la pretensión de unidad, tanto los partidos clásicos como los nuevos, los pro rusos o los pro chinos, los trotskistas, los albaneses, los guerrilleros… todos decíamos construir el partido porque el PCE y el PSOE eran traidores -en España para unir a la clase obrera, ya que durante el franquismo el movimiento feminista y ecologista serán secundarios- todos descalificábamos al resto, unos querían construir la democracia, otros hacer la revolución, o la revolución permanente, o hacer una democracia popular,… Una docena de partidos izquierdistas obtuvo en 1979 algo menos de un millón de votos, insuficientes los de cada uno para sacar diputados, -El PCE obtuvo cerca de dos millones, el 10% de los votos- otros partidos se abstuvieron; y HB, EE, PAR, ERC, lograron diputados, sumando en total 474.655 votos.

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