martes, 30 de septiembre de 2014

Al Rojo Vivo, Sardá y el portavoz de CUP

Comentarios sobre la secesión catalana. En ‘Al rojo Vivo’, Sardá le comenta a David Fernández, portavoz de la CUP, lo contradictorio que resulta ver juntos los extremos CiU+CUP en esta aventura, y visualiza positivamente la postura que tomaron ante Pujol el regañador en el Parlament, se fueron, y el apoyo presencial, durante la firma por Mas del decreto sobre la votación del 9-N.

David Fernández, interviene remarcando la existencia de contradicciones en sus posturas, como todo el mundo, y dice que las van tratando a cada momento. Respecto a Pujol era inaguantable la postura del corrupto echándolos la bronca; y durante la firma del decreto se mantuvo allí firme pensando en los independentistas asesinados por el franquismo y en los últimos asesinados por Franco del FRAP y Puig Antich.

El asunto catalano-español es complejo, sin duda, a pesar de que las posturas y opciones estén definidas firmemente en los laterales de ambos lados hay mucha gente con sentimientos contradictorios, identidades que se cruzan, otras se rompen, preferencias antiguas que son cambiadas, enemigos nuevos que aparecen, antiguos enemigos ahora aliados… precisamente en este blog se opina intentando resaltar los aspectos complejos, sesgado más en las contradicciones del lateral izquierdo, por mayor conocimiento. Lo cual genera problemas, no crean.

En la contestación de David, portavoz de CUP, surgen unas imágenes de represaliados por el franquismo, que le reafirman su postura de unirse en los objetivos independentistas con CiU, lo cual supone coaligarse y apoyar a una derecha similar al PP, en lo político y económico, en lo religioso y en lo corrupto… que visto desde el otro lado del Ebro generan inquietud, porque se acercan a los que apoyaron aquellas represiones franquistas y se apartan de quienes lucharon contra ellas. El no lo dice, pero da la sensación al escucharle, porque ya lo hemos leído y oído en muchas ocasiones, como si la guerra civil y represión posterior hubieran sido producidas de España hacia Cataluña, -hay una corriente soberanista que así lo enseña-. Pero el Movimiento Nacional, el bando franquista en la guerra, tanto en apoyos civiles como combatientes, lo integraban la mitad de los catalanes, -y vascos, etc.- contra la otra mitad, al igual que ocurría en el resto de España.

De  aquella represión franquista posterior, formaban parte, la oligarquía catalana y su burguesía, familias tradicionales y personalidades relevantes de Cataluña, muchos de los cuales posteriormente fueron militantes de CiU y familias de independentistas actuales. Como ocurrió en 1714, y en tantas ocasiones históricas, también la represión era orquestada por la mitad de los catalanes contra el resto de catalanes, y españoles. Aquellos bandos, ahora se olvidan, lo cual extraña, y aparecen las contradicciones que cada cual gestiona como puede, pero que ahí están, llamando la atención contra simplificaciones de buenos y malos, o demócratas contra fachas, etc.

Antonio Muñoz Molina narra en ‘Todo lo que era sólido’, Seix Barral, 2013, la experiencia directa de su detención y encierro en la D.G.S. en 1974, motivada por las luchas en contra de la ejecución de Salvador Puig Antich, en los estertores del franquismo; aquellas movilizaciones de Granada, Madrid y toda España desaparecieron de la historia catalana. Cuenta la extraña sensación que le produjo ver la película que se hizo sobre ello en el año 2006, un ejemplo de la manipulación xenófoba a la que someten los hechos el soberanismo, que resulta útil para pensar como se pudo hacer en el pasado, más allá de nuestra memoria, y esclarecedor de cómo se fabrican las identidades.

‘Las únicas protestas que aparecían pasaban en Cataluña. Las víctimas, los buenos, eran catalanes y hablaban en catalán. Los policías, los militares, los ejecutores, hablaban en español. No era una historia  de fascismo y antifascismo, sino de españoles contra catalanes. O más exactamente: ser español y ser fascista era tan congénito como ser catalán y estar limpio de complicidad con la dictadura. Nadie que no fuera ostensiblemente catalán mostraba la menor humanidad…Los manifestantes que gritábamos y corríamos en Madrid perseguidos por los caballos y vigilados por los helicópteros de la policía no habíamos existido…Los carceleros, los policías que interrogaban y torturaban a Puig Antich, tenían en la película un acento andaluz de caricatura.’…

‘Primero se hizo compatible ser de izquierdas y ser nacionalista. Después se hizo obligatorio. A continuación declararse no nacionalista se convirtió en la prueba de que uno era de derechas. Y en el gradual abaratamiento y envilecimiento de las palabras bastó sugerir educadamente alguna objeción al nacionalismo ya hegemónico para que a uno lo llamaran facha o fascista.’

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