jueves, 26 de junio de 2014

Problemas de izquierdas. Complejidad de intereses, dispersión. 2

Se está produciendo un gran revuelo entre los partidos de izquierda, no están claras las opciones que tomarán, no sabemos quiénes querrán  jugar el papel de gran aglutinador y mucho menos quienes tendrán fuerza suficiente para lograrlo. Lo que sí sabemos es que los problemas que enfrentan los partidos socialdemócratas, o quienes pretenden sustituirlos, son muy diversos, las contradicciones sociales surgidas a finales y comienzos de siglo en toda Europa han roto –dispersado y enfrentado- la base electoral en la que se apoyaba la socialdemocracia, la tradicionalmente conocida desde la posguerra mundial.

En España el proceso se dilató dos décadas más, lo que sirvió para montar el estado de bienestar tras la Transición, pero la ruptura se presenta ahora de forma similar al resto de Esuropa. Además del problema de las élites extractivas, o de la casta, o de la agotada generación política que ocupó y dirigió los partidos… además de la generalización de impunidad de los corruptos, la crisis institucional, de la crisis del modelo productivo, crisis del mercado laboral, competitividad,… además de la globalización, de los emergentes y de la nueva redistribución del poder en la forma de  entronización  de los mercados financieros… Además de lo anterior, o precisamente por ello, surgen nuevas, o se hacen visibles ahora, contradicciones difíciles de armonizar y encontrar salidas todas ellas juntas en un solo partido.

Antaño, un partido socialdemócrata tenía más fácil actuar como gran aglutinador, porque podía simplificar las opciones políticas considerando que casi toda la problemática se concentraba en torno a la clase trabajadora, que era fundamentalmente su base social, el resto de las diferencias quedaban subsumidas en el gran peso que tenía el carácter de clase. Hoy las líneas de fractura política son muchas y diversas, y deberían verse afectados por ello todos los partidos, sucede sin embargo, que en España, la derecha está muy concentrada en un gran aglutinador que dirige la derechona, ultras, neoliberales, nacionalcatólicos, franquistas,… por lo que condiciona sobremanera cualquier alternativa política, puesto que todas pasan por intentar frenar la regresión hacia el pasado. Lo anterior es un aspecto particular, que se une al marco de juego de la ley electoral que obliga a concentrar fuerzas para obtener resultados, ambos aspectos influyen en la crisis de la socialdemocracia en España quizás más seriamente que en otros países, en cuanto ganar poder electoralmente, necesita una gran fuerza progresista capaz de contraponerlo al PP.

En este punto surgen campañas que pretenden apropiarse electoralmente de parte de la base social PSOE  identificándolo groseramente con el PP. Que son parecidos no les quepa duda, en todo país democrático, aquellos individuos que conviven tienen que tener muchos aspectos coincidentes, de lo contrario sería imposible la convivencia, dejaría de ser democrático, pero desde luego una simple mirada a las acciones y políticas desarrolladas durante 35 años permitirían ver las diferencias, en normativa sobre libertades, en tolerancia diaria, en construcción de sanidad, educación, pensiones, ordenación del territorio, apuesta por mayor I+D+i, etc. etc. Que podrían y deberían haber hecho más podría afirmarse, pero también que No son lo mismo. Los franquistas se mondan de la risa al ver las campañas de los izquierdistas, ellos lo tienen muy claro, pero si dudan vayan ustedes a decirles a los votantes del PP que puesto que son lo mismo, en las próximas elecciones voten al PSOE. El simplismo del pensamiento y la falta de racionalismo se han instalado en grandes sectores de población, incluidos líderes de izquierdas.

Actualmente cualquier aglutinador progresista, se encontrará con una base social diferente a la que existió en el pasado siglo tras la II Guerra Mundial, gran parte de la cual estaba vinculada en torno al movimiento sindical, el proletariado industrial europeo ha disminuido a la mitad respecto al de hace 40 años, aumentado enormemente los mayores de 65 años, los estudiantes, los autónomos, los grupos gerenciales no propietarios directos, los sectores de servicios, la movilidad de personas y centros de producción, etc. surge una nueva sociedad muy compleja en intereses dispares que no se encuentra agrupada fundamentalmente, o no solo, en torno al trabajo; colisionan la edad, el género, el sexo, la migración, la religión, las TIC, los nacionalismos, la cesión de soberanía, la diversidad de poderes, la globalización, los mercados, los países emergentes… 

La diversidad de problemáticas potencia diferentes relaciones de militancia para actuar sobre ellas, ya no solo en partidos, también en ONG’s, u otros tipos de compromisos determinados por campañas concretas, en todo caso la participación exige mayor flexibilidad que la tradicional partidaria y mayor democracia interna, exige tener capacidad de debate y decisión.

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