jueves, 23 de enero de 2014

La ética de los activistas. No todo colectivo merece apoyos. 2

Ni toda movilización, ni todo colectivo merecen apoyos

No toda movilización merece apoyarse. En todo caso, antes de apoyar una reivindicación conviene analizar a quien perjudica y beneficia, estudiar los grupos que la impulsan, quienes son los que dirigen el movimiento, con qué objetivos, que pretenden conseguir y de qué forma; habrá que estudiar si las reivindicaciones son adecuadas aquí y ahora, y si benefician a amplios colectivos de forma sostenible, las otras alternativas existentes, habrá que tener en cuenta los costes y los retornos sociales y/o económicos… qué dicen y cómo, sus postulados y argumentaciones, etc. No todo objetivo es defendible, Eurovegas es un reciente ejemplo, se vendía desde la caverna como proyecto generador de puestos de trabajo, pero desde posiciones progresistas no podía poyarse por muchas razones.

No todo colectivo merece apoyos, -ejemplo controladores aéreos-No es sencillo plantearse el apoyo a estos colectivos de trabajadores, de hecho miles de personas se mantendrán al margen al recordar sus actuaciones pasadas, los juzgarán indignos de apoyo, no parecen estar en los primeros lugares que conciten la solidaridad de la población. A título personal, se debería reflexionar alrededor de cada grupo, en donde seguro habrá hijos de puta que disfrutaban con el daño que hacían y algún individuo bueno que sufrió dentro. Esto sucede en todas las empresas, en todos los sectores, en todas las luchas, hay un sector chungo y otro majo, lo diferente será el nivel, la proporción de chungos, de los que dañaban a otros a sabiendas, pero siempre habrá la posibilidad de desobediencia civil, de activar mecanismos de protesta interna, de sacar a título grupal o particular, comunicados o informaciones de apoyo a sectores desvalidos y víctimas, pisoteados por la información oficial.

No se trata de buscar santos, no existen, todo individuo es un mar de contradicciones y transversalidad en sus ideas… pero tampoco de aceptar la obediencia debida como salvaguarda de responsabilidades porque entonces toda maldad quedaría justificada, las acciones de cada cual contienen criterios morales que se deben tener en consideración. La disculpa de que todos estamos obligados por alguien o algo no debe servir para justificar las actuaciones de nadie, –el nazismo se justificaba de esa forma, recibían órdenes, cumplían las leyes y Hana Arendt tiene buenos alegatos para explicar su funcionamiento, que no para justificar su comportamiento- pretender justificar la actuación de cada uno en que no tenía más remedio que obedecer enterraría la posibilidad de ética individual, la responsabilidad de cada individuo por sus acciones, ante sí mismo y ante los demás.  Hace casi cuatro años escribí aquí mismo:

Todos tenemos responsabilidad individual (05-08-2010)

 

Hay individuos que utilizan un mecanismo de escape de la realidad, consistente en convencerse de que las grandes decisiones son tomadas por personas importantes, desde un trono, que deciden una vez en la vida, tal como suelen contar los libros y así tienen gran repercusión entre multitudes, por tanto ellos, seres humanos individuales y limitados en su poder estarán siempre al margen de esa responsabilidad. Con esa ilusión pretenden huir de los problemas, quieren creer que el exterminio de seis millones de judíos se debió a una firma puesta en un papel por una sola persona, lo cual les deja con su conciencia tranquila, porque ellos nunca harían algo así, dicen. 

Esta forma de pensar no es más que una coartada. El exterminio se llevó a cabo porque en cada barrio, en cada ciudad, tenderos, empleados de banca, policías, carteros, metalúrgicos, mujeres, niños y ancianos, todas ellas personas individuales, que nunca tomaron ‘grandes decisiones’, denunciaban algo de cada vecino, compañero de trabajo o de estudios, apoyaban la selección primero, luego el control administrativo, posteriormente la construcción de transporte y de campos, sin que necesariamente cada decisión individual implicara un asesinato, ni por supuesto responsabilidad sobre la totalidad del proceso. El mecanismo es el mismo que se utiliza para la xenofobia y el racismo.

El problema reside en que ninguna persona, individualmente, tiene responsabilidad sobre la totalidad de un proceso completo, sea éste individual o colectivo. La cuestión que debemos asumir es que las decisiones importantes de la vida se toman diariamente y siempre son pequeñas en cuanto son ejecutadas por una persona y afectan en general a poca gente, a veces a un solo individuo, pero son las que determinan la personalidad moral o ética de cada uno y del colectivo que tiene a su alrededor. 

Nuestra decisión la tomamos por acción, pero también por omisión, con la respuesta o con el silencio, que damos al jefe, amante, amigo, o vecino que nos rodea, y por supuesto a nuestro colectivo militante o afiliado, defendiendo una postura justa o una reivindicación, sin evadirnos del presente con el engaño de que el futuro resolverá, mejorará o cambiará la situación de que se trate, sin cerrar los ojos ante todo lo que sucede delante de nosotros. 
…/…
Volvemos al inicio del debate planteado por Jesús de Bargas-La Sagra, y resulta que la responsabilidad de los medios de comunicación en estas crisis que padecemos es inmensa, tertulianos, periodistas, directores, propietarios… desde la etapa aznarista –en la que apoyaron a fondo el regreso de la derechona al poder político e ideológico- taparon con su basura todos los desmanes que se cometían, ocultaban los grandes problemas que se estaban generando, callaban voces que alertaban, condenaban personas críticas y evitaban debates que hubiera sido necesario tener, poniendo pantallas de humo en su lugar, y aquel ‘España va bien’, que todavía hoy es posible escuchar a muchos tertulianos, estaba muy bien con Aznar, hasta que la destrozó Zapatero.

Si a escala país estos comportamientos suscitan reflexión, todo cobra una dimensión más preocupante y compleja cuando enfocamos el problema a escala mundo y nos referimos a nosotros como españoles, europeos. Somos occidentales, los que estamos en los eslabones de arriba de la cadena imperialista y nos hemos beneficiado durante años de la explotación del Tercer Mundo. Al final de los sesenta y durante los setenta, bastante antes de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, se abrió una polémica en el marxismo alrededor de la participación de los trabajadores occidentales en los beneficios de la explotación del planeta, quizás siempre existió ese aspecto en los movimientos intelectuales europeos, pero en los 60/70 lo viví.

La cuestión es muy dura de aceptar moralmente y no tiene fácil encaje en nuestras ideas, entre otras cosas porque en esta fiesta somos los privilegiados, comparados con los pueblos de África, Sud América o Asia, muchos de ellos emergentes que hoy forman una de las puntas de lanza de la crisis que padece Europa. –Sin integrar la globalización, los mercados y los emergentes es imposible entender el cambio de era por el que transitamos, como explico en la segunda mitad de ‘El poder de los mercados. Y losespañoles’ -.

Los procesos productivos occidentales, entre otras cuestiones se basaban en energía y materias primas procedentes de esos lugares, que eran obtenidas en condiciones altamente favorables respecto a los precios que posteriormente se cobraban por las mercancías o servicios producidos y ello aún a pesar del valor añadido por los trabajadores occidentales en la producción, a lo que sumaban el control financiero, comercial, político, militar... No es sencillo ni lineal, no podemos afirmar rotundamente que la única causa de la pobreza de esas partes del mundo sea la intervención occidental, pero desde luego existió una responsabilidad externa que empujaba en esa dirección y que benefició durante años a los trabajadores occidentales. -Aunque también exista la responsabilidad interna de cada pueblo y lugar, que no es el momento de discutir-.

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