miércoles, 30 de octubre de 2013

Cataluña. Los cuerpos de élite soberanista

Las élites catalanas: políticas, económicas, religiosas, culturales…

Las élites catalanistas tienen considerable peso para dirigir y empujar el proceso de ruptura consiguiendo movilizar a su favor a cientos de miles de personas, muchos de los cuales aparentemente no deberían estar a su lado, dado que sus intereses son contradictorios entre sí. Las encuestas de opinión del CEO, de la Generalitat, del verano de 2013, daban como máxima preocupación de los catalanes cuestiones muy parecidas a las del resto de España, la precariedad laboral, paro, crisis económica, pero es un hecho que desde el verano acá, el tiempo que ya era rápido, se ha vuelto a acelerar, como si presagiara un cambio histórico, una ruptura, un enfrentamiento que puede llegar a estallar. En este momento, si las opiniones de un pueblo son las que aparecen manifestadas en la CEO, hay que buscar la explicación del acelerón en las élites que gobiernan Catalunya, Gobierno, Parlament, instituciones civiles, partidos, y el largo etc. que conforman las élites catalanas dominantes, las cuales demuestran su poder de dirección social al margen del conjunto de la población que mayoritariamente tiene/tenía unas preocupaciones diferentes.

Las élites catalanas abundan en la idea de que no hay valor en la españolidad de la cultura, del arte, la política, la apertura al mundo… ni en el trabajo, ni en las leyes, ni en la Constitución; los pactos de la Transición se desprecian ahora, fue un instrumento de cierta utilidad, pero los pactos que ellos buscaron, apoyaron y aceptaron, lograron que Catalunya conservara su identidad, lengua, cultura, poder político y económico con autonomía superior a cualquier otro momento, nada más que comparar el territorio catalán de parte española con la parte francesa en la que ni siquiera existe la lengua con carácter oficial, ni mucho menos en el sistema educativo, lo cual debería servir para reflexionar sobre la convivencia practicada a uno y otro lado de la frontera. Desprecian la historia española y la común, y construyen su identidad en oposición de lo español y en defensa de un supuesto ideal intachable de su cultura e historia; en su limbo identitario no existen clases ni explotación, no hubo poderes, desigualdad, ni opresión interna, no hay lugar para otras identidades, ni mezcladas ni ajenas, ni otras emociones similares, posibles de compartir. Hoy sabemos que las tradiciones son invenciones recientes, han sido fabricadas, pero no solo Don Pelayo y demás historietas españolistas, también las fabulaciones de naciones con núcleos originarios perfectos y valerosos por encima de cualquier otro: -Eric Hobsbawm y Terence Ranger, ‘La invención de la Tradición’ Editorial Crítica- También se pueden descolgar de Scribid ‘Hobsbawmn, E. ‘Identidad, rev. Intern. De filosofía política, nº 3 1994.

Se sienten europeos, pero no españoles, lo cual es extraño, porque son políticamente europeos en cuanto españoles, ya que es el Estado español el firmante de los tratados, en los que ellos colaboraron. No existe racionalidad para analizar procesos y problemas desde una óptica de búsqueda de soluciones comunes, cuando antes la hubo, ahora solo aparecen emociones desbocadas en un tren sin frenos. Los individuos de la élite política, económica, sociológica, religiosa, cultural, deportiva, mediática… son catalanistas, -olvido intencionado, del aspecto extremadamente alejado de la consideración colonial que se justificaría con élites españolistas dominando en una Catalunya, sin industria y comercio, perseguido su entramado social…- los cuerpos de élite son nacionalistas de cuna o pequeñísima minoría de asimilados, porque la presión de integración grupal funciona en esa dirección, sin asimilación probada nadie será aceptado en el entramado social.  No es que dichos individuos sean expulsados físicamente de la región, pero sí de la cabeza rectora y representativa de la sociedad y mirados de otra forma serán desplazados, esto para los españoles llegados en oleadas migratorias desde los años cincuenta, representa un coste altísimo de marginalidad latente, que crecerá con la independencia.

Las direcciones de partidos de izquierdas, en sus cogollos, están compuestas en su mayoría por los individuos citados, compartiendo el partido la identidad de clase y nacionalista, lo que explica los vaivenes y  posterior deriva de seguidismo hacia las pautas soberanistas, para no verse excluidos de la marea, lo cual lleva aparejadas fugas constantes de militantes y votos. Estas élites están logrando ya una ruptura social, que desgaja a los de abajo de sus identidades obrera, cultural, de sexo, quienes para sentirse aceptados por el grupo social en que viven han de esconder o renunciar a su pasado, que puede tener otra procedencia física, deben abandonar las historias familiares que les dotaban también de rasgos de identidad diferentes, que ellos compartían para sentirse integrados por un pueblo en el que viven y trabajan.

Los casos que conocemos en otros países, en los que una fuerza política, culpa a los extranjeros de los males de los trabajadores, se etiquetan como populistas, y xenófobos. Los que acusan a los emigrantes de ser causa fundamental de los problemas de los pobres, por llevarse trabajos, ayudas sociales, los que culpan de la degradación en sanidad y educación, por las que cotizan los nacionales, son adjetivados por todo izquierdista, como de populismo racista,… La misma argumentación –y política subsiguiente- produce el nacionalismo catalán, pero aquí los izquierdistas peninsulares lo dejan pasar, mientras, el ataque a lo externo se imputa a los ladrones españoles, por ser culpables de todos los males que soporta el estado de bienestar catalán. La consigna los extranjeros roban a Catalunya, utiliza la misma raíz filosófica xenófoba como justificación de la acción política, los otros, los españoles extranjeros son los culpables.

Los grupos de poder ciudadano en Catalunya no tienen entre sus dirigentes, a trabajadores u otras identidades distintas a la catalana. Los progresistas respetan las identidades minoritarias, son capaces de luchar porque puedan expresarse libremente, pero no aceptar que los sustituyan, no se puede catalogar a los otros como mejores y sustitutorios de los demás, que es lo que pretenden los nacionalistas. Pelear porque otro pueda opinar está bien, pero compartir su opinión es otra cosa muy diferente. La desigualdad en Catalunya tiene que ver, con la clase aderezada con lo nacional, importa el lugar que ocuparon sus padres y ellos en la producción, en la escala social, tiene que ver con la herencia. En el proceso secesionista hay ricos y pobres juntos, evasores fiscales y pagadores de impuestos, trabajadores y dirigentes de corporaciones, banqueros y bancarios y vendedores, tenderos, barrenderos, jubilados y rentistas, alta burguesía y peones, parados y ni, nis etc. etc. ¿me quieren convencer de que todos juntos tienen el mismo interés y deben caminar al mismo paso? 

El proyecto de un nuevo estado ya está en marcha y muy avanzado, contrasta y mucho, con el silencio del Gobierno PP, con la pasividad en las respuestas argumentales de los defensores de la Constitución, llama la atención el silencio del pueblo español, los partidos políticos y sindicatos en sus respectivas secciones locales y sectoriales no debaten el gran problema que puede tumbar la Constitución y dar un vuelco a la organización completa del Estado, que tendría que variar ostensiblemente. Bastante de la explicación tiene que ver con el desconocimiento del proceso, de sus protagonistas, y sus postulados; muchas personas ante los silencios de Rajoy, piensan que carece de importancia, o que es una etapa más de las típicas anteriores, nada más lejos de la realidad. El proceso de separación tiene enorme fuerza y velocidad sin que puedan descartarse acontecimientos unilaterales en el próximo año de centenarias efemérides.

Una parte importante de la población de Cataluña ha encontrado su objetivo en la vida en estos momentos de crisis, está organizada para luchar por un ideal, junto con múltiples organizaciones y niveles territoriales y sectoriales, en los pueblos y ciudades, en sectores culturales, deportivos, empresariales, en instituciones oficiales; los argumentarios circulan por la red y en reuniones vecinales se extienden hasta el último individuo del pueblo más apartado, hay respuestas para todo, ocurrencias para resolver cualquier cuestión… da lo mismo el peso intelectual que contengan, lo importante es la eficacia real, que aquí significa el poder transformador del individuo empujando por la independencia, lo importante no es que sea intelectualmente correcto, verdad o mentira importan poco con un tren lanzado a toda velocidad, la capacidad de arrastre es lo que cuenta. Cataluña ha roto su amarre con España y eso conduce a la rotura constitucional que afecta a toda España.  

Al otro lado del Ebro, muy pocas personas conocen lo avanzado que está el asunto, el pueblo en general está bastante alejado, desconoce argumentos, nadie podría sostener una discusión sencilla con cualquier ciudadano catalán. Y cuando uno se desarma argumentalmente es peligrosos porque solo le queda el recurso al pataleo, a la fuerza. Lo desgraciado es que el recurso no valdrá para resolver el problema, en todo caso lo aparcará. La dirección política oficial parece liderada por ERC y Convergencia, en paralelo, pero con enorme poder, existe otra dirección del proceso, a otro nivel popular y transversal, cuya influencia se extiende por todo el territorio de Cataluña, bastante poco conocida en el resto de España, con ideas y proyectos nacionales muy claros y ampliamente desarrollados, si quieren tener mejor idea de cómo transcurre este proceso y su velocidad de circulación, den una vuelta por las páginas y direcciones siguientes, que de ningún modo pretenden ser exhaustivas: 



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