lunes, 18 de junio de 2012

Cifras de paro. Y economía sumergida. 2

Hay muchos trabajos disponibles sobre el tema en cuestión. El último de ellos, sobre economía sumergida en España, publicado recientemente por FUNCAS, cifraba su peso en un 22% entre 2005/2008, con unos costes de impuestos no declarados al fisco de alrededor de 70.000 millones de euros  –cifra similar al déficit del Estado-, estimando en cuatro millones doscientos mil los puestos de trabajos existentes bajo estas condiciones.
Naturalmente habrá que pensar que no todos los empleos serían de jornada completa, además de algunos compartidos con  otros trabajos, pluriempleo. Un matiz importante a considerar, es que este tipo de economía también se ve afectado por una recesión, y aquí y ahora se detectan signos de caída, de pérdida de actividad debido a la depresión en la que estamos sumidos. (Cuadro tomado de ‘El trabajo no declarado en España’, nº 45 de Estudios de la Fundación 1º de Mayo, de CCOO, cuadro en el que citan el trabajo de Arrazola)
Como vemos, supuesto que fueran completamente ciertas estas estimaciones, y considerando solamente su aplicación legal en la mitad de las mismas, de repente las cifras del paro se podrían homologar con las del resto de países de la UE17 o mejorarían respecto de ellas, lo cual marca como una tarea preferente de cualquier gobierno su afloramiento a mecanismos legales de control fiscal. El problema, como de costumbre, es que los esfuerzos se gasten en perseguir el eslabón débil dejando, sin control, una vez más, al eslabón fuerte de la cadena, las grandes y medianas empresas, las subcontrataciones y la ingeniería contable y fiscal, y la corrupción...

Gastar 200 cuando se declaran 100 de ingresos, es una de las muestras de la economía oculta, y más en los más grandes. El paseo por ciudades costeras españolas ofrece a la vista decenas de puertos repletos de embarcaciones de recreo, yates de diverso calado, de particulares y empresas, muestra parte de lo oculto al fisco, al igual que una visita por los polígonos industriales que rodean Madrid –supongo que por otros será parecido- les mostrará flotas increíbles de cochazos de lujo en las puertas de empresas industriales pequeñas –entre 10 y 20 trabajadores-, con varios restaurantes de lujo por la zona; al mismo tiempo que todos recordaremos amigos o conocidos de los anteriores, que tienen dos pisos en la costa, la mansión en el pueblo, el adosado o buen piso por la ciudad, los dos pisos para los hijos, - la burbuja inmobiliaria entre otras cosas era una forma común de invertir lo opaco fiscalmente… todo ello convenientemente puesto a nombre de la suegra, primo o cualquier testaferro.

Esta realidad oculta que puede representar en valor, la cuarta parte del PIB, supone que hay millones de trabajadores que ‘trapichean’ en la economía sumergida y carecen de los derechos del conjunto de la población, no cotizan a la Seguridad Social, no pagan los mismos impuestos que el resto, por tanto con los trabajadores sumergidos, aparecen al menos dos problemas:

1) Las discusiones en cuanto al tiempo o cuantificación de pensiones o edad de jubilación les afectan poco, al igual que la seguridad en el empleo y prestaciones por despido, etc. Su seguridad laboral no tiene nada que ver con la defendida para los fijos, ni con la teórica que nos gustaría a todos. Mientras tanto son carne de cañón de la que se aprovecha el sistema, con pocos apoyos políticos y sindicales.

2) Parte del sostén lo ofrece el salario social, sanidad, educación, prestaciones por desempleo, rentas de ayuda e inserción…componentes del estado de bienestar que cada día encuentra menores contribuyentes, muchos de ellos sumergidos, por lo que irá disminuyendo su peso y posibilidad de contribuciones sociales. (Una pescadilla que se muerde la cola)

Así que, en este campo hay un trabajo urgente que realizar, gobiernos, sindicatos, partidos,… reflotar, sacar a la luz lo que existe, que será otra rama diferente a las políticas de generación de empleo, porque se trata de hacer visible lo real dándole una forma adecuada que permita arropar a los futuros jubilados que de otra forma quedarían ‘un poco desprotegidos’ ampliando la brecha de miseria que se agranda cada día.




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