lunes, 16 de abril de 2012

Demasiadas cosas giran en torno a una intervención

Decía ayer, -sobre la intervención- que era cuestión de grado, y de plazo, ya que puede irse configurando en un año, pero conviene tener claro y elegir, porque las consecuencias se notarán -yo prefiero que no intervengan plena y formalmente, Bruselas, el BCE y el FMI a pesar de darse ya ciertos niveles, que se ven en las delegaciones de analistas y comisarios llegados en las últimas semanas-.

El capital, o los poderes económicos, no existen en modo único y unipolar, lo constituyen múltiples sectores y grupos con intereses diferentes, por lo que a pesar de que alguna gente insista en que el PP es el representante del neoliberalismo en España y por tanto daría lo mismo la intervención ya que defenderían iguales intereses con las mismas políticas, estoy convencido de que una intervención aplicaría con bastante mayor profundidad las diferentes políticas y atacaría y empeoraría la situación para gran parte de sectores del capital nacional. Y no digamos para el conjunto de la ciudadanía y para los más desfavorecidos.

El precio de la financiación nacional aumentaría hasta el punto de ser imposible de pagar, mayores intereses, exigen mayores gastos, aumentarían más la deuda, que implicarían mayores recortes, con menores ingresos... impidiendo crecer durante muchos años y quedando sometido al pago de unas condiciones terriblemente más duras que las actuales. El monto de un posible rescate es indefinido, -hay gente que lo cifra en un préstamo a largo plazo de 500.000 millones, que se iría recibiendo poco a poco, contra objetivos-, porque dependería de nuestra deuda pública, la conocida, cercana a 800.000 millones pero que puede crecer fácilmente por la semioculta –avales reforma financiera, autopistas, eléctrica- en otros 100.000 millones, o más, hasta acercarse al 90% o 100% del PIB.

Y desde luego, el plazo es indefinido porque el mayor problema actual que nos ahoga y condiciona todo lo demás, lo constituyen los plazos exageradamente cortos de reducción del déficit hasta el 3% en 2013. Si dichos plazos se alargaran, como consecuencia de un cambio de políticas europeas, propiciado inicialmente por el triunfo socialista en las elecciones francesas, que podría influir en la socialdemocracia alemana y por ende en otras fuerzas políticas de otros países, incluidas las conservadoras españolas, que sumaran a defender los intereses nacionales, podrían dar un giro a la situación y propiciar políticas de crecimiento que alejaran la intervención de nuestro horizonte hasta hacer inútil un rescate.

Somos un pueblo dado a la dicotomía, a querer la totalidad o la nada, -muchos siguen diciendo que dejemos de pagar y se vaya todo a la mierda- tendemos a pintar toda realidad con un mismo color sin buscar matices. Y no todo es igual, existen diferencias en los enfoques de salida a la crisis y no me refiero a las realidades soñadas, sino a las soportadas, a las posibles hoy a corto plazo, incluso entre las políticas europeas y las de EEUU. La ‘medio intervención’ de la eurozona, o los controles y exigencias a que nos someten los mercados no son lo mismo, no tienen la misma profundidad que una intervención que sitúe aquí a los funcionarios de la Eurozona, tomando decisiones por todas las instancias de poder, ni las exigencias que haría el FMI serían de igual calado, ni las presiones del BCE, por supuesto al margen de los partidos, instituciones y ciudadanía españolas.

A pesar de lo anterior, tengamos claro que hemos comenzado un camino que lleva a un cambio de época, al empobrecimiento relativo, a la desindustrialización, a marginar económica y políticamente a este país rebajando el peso que tuvo durante los años del Estado de bienestar, conseguido desde la Transición hasta ‘ayer’ que lo situaba entre la primera docena de países importantes, para llevarlo al lugar que ocupó tradicionalmente durante siglos. En plena era de globalización y políticas neoliberales, no lo olviden, fue cuando en España conseguimos esta sociedad que hemos empezado a perder y que conduce hacia una ‘sudamericanización social’, una sociedad muchísimo más polarizada que la actual, en los extremos económicos, con mayor cantidad de personas entre los desfavorecidos y necesitados y una reducción considerable del entramado que llaman clases medias.

PD. el 'chart', como otros muchos, se lo tomo prestado a Juan Díaz. Gracias.

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