lunes, 6 de junio de 2011

Catalunya. El victimismo como rasgo. La culpa es de los otros

El victimismo, como rasgo. La culpa es de los otros


‘’Victimismo y narcisismo son los dos rasgos del nosotros intacto que las clases políticas y sus aduladores y sirvientes intelectuales han levantado en cada comunidad, proscribiendo o dejando al margen no solo cualquier referencia favorable al marco político común sino cualquier noción adulta de ciudadanía. El lugar de nacimiento no es un hecho accidental, sino una marca del destino y un motivo de orgullo. Sin hacer más esfuerzo que el de ser de donde eres ya posees el privilegio de un origen único, que por un lado te ofrece la confortable posibilidad de contarte entre los perseguido, las víctimas y los héroes sin necesidad de padecer personalmente ningún sufrimiento.

Lo que te falta es porque te lo han quitado ellos, los opresores extranjeros; de lo que va mal son ellos los que tienen la culpa. Ellos quemaban herejes, invadían América, exterminaban a los indios, expoliaban aquellas tierras igual que han expoliado la tuya, eran xenófobos, eran sexistas, practicaban el tráfico de esclavos, carecían de conciencia ecológica, no se cambiaban de ropa interior. Mientras tanto tu pueblo que ha amado siempre la paz pero que no ha dudado en levantarse en armas cuando se lo agredía, que ha recibido siempre cordialmente al forastero pero nunca ha perdido ni dejado que se diluyera su idiosincrasia, ha hablado la lengua más antigua del mundo ha creado las rutas comerciales más civilizadas y prósperas por todo el Mediterráneo, ha pintado las cuevas de Altamira…
Antonio Muñoz Molina ‘Todo lo que era sólido’. Seix Barral. ’’


Los acontecimientos históricos descritos abren la puerta a uno de los rasgos catalanes, el victimismo, que se instalará en el imaginario colectivo y tiene relación con sentirse dañado por agentes externos. En el devenir histórico se consideran víctimas de decisiones políticas tomadas por otro estado que a ellos les afectaba negativamente, y al resto de forma positiva, se sienten víctimas por los desgarros que provocan los cambios históricos, creen que ellos no los propiciaron y a nadie más afectaron tan negativamente. El victimismo camina de la mano con echar las culpas a los otros de todos los males, generalmente los otros, serán los españoles en general, yo mismo, usted y su prima, serán culpables de que hayan perdido un pasado glorioso, no importa que esas glorias solo las disfrutaran los poderosos y no todo el pueblo. Tampoco debería ser necesario recordar que yo no estaba allí, ni usted ni su prima, ninguno de los españoles actuales eran quienes en 1714 sitiaron e incendiaron Barcelona, ni siquiera debería ser tristemente gracioso que hoy, usted, su prima, y yo, seamos considerados los expoliadores de Cataluña,…

Los catalanes desde entonces se considerarán víctimas constantes de afrentas y malos tratos… por parte mía, de usted y su prima, los niños catalanes han aprendido estas cosas, hoy acusan a los españoles de robarles. De poco servirán aquellas quejas de los monarcas de la Casa de Austria sobre la pobre contribución catalana a la Monarquía Hispánica del XVI y XVII, que se sustentaba fundamentalmente en la contribución castellana. O las cifras y estadísticas referidas al final el franquismo que mostrarán una Cataluña enriquecida en contraste con regiones pobres, o las cifras más recientes, de la democracia con el Estado de las autonomías desplegado, donde aparece creciendo en relación a España y Europa.

Mirar hacia el interior es peligroso, podrían descubrir que ellos tienen sus propias responsabilidades en cuanto les sucede. Como en los sucesos de 1714, que dan pie a la fiesta nacional catalana, durante aquella Guerra de Sucesión se producen en Catalunya  constantes cambios en los partidarios de una u otra alianza, lo cual evidencia un pueblo partido por intereses y sentimientos diferenciados suficientemente fuertes como para luchar contra sus convecinos, resultando que en unos momentos tienen mayor fuerza los borbónicos que los austriascistas, y al momento siguiente sucede lo contrario. Hasta que una vez ocurrida la derrota, comerciantes, propietarios de tierras, mandatarios militares, religiosos y políticos de ambos bandos, comiencen a hacer negocios juntos; los potentados, que apoyaran a uno u otro bando pasan a colaborar entre sí. Allí se documenta un período de fuerte desencanto entre los catalanes, eso sí, adjudicando la culpa de sus males a los españoles. La cuestión es que el victimismo y culpar al otro, siendo cierto que es un rasgo catalán, al reflexionar se visualizan aspectos similares en el conjunto de los españoles. La Leyenda Negra durante muchos años y será la causa de nuestros desastres, los franquistas culparán a los extranjeros del hambre, la miseria y la represión, son agresiones externas, contubernios, campañas comunistas, envidias de las democracias,… la responsabilidad de los males patrios será siempre de los otros, de los rojos; entiendan que para media España, los españoles serán exclusivamente los nacional-católicos. Los rasgos anteriores se aprecian ahora en el PP, los culpables de los desastres de España son los socialistas y la herencia que dejaron…incluida la separación de Cataluña.

Lo paradójico del asunto es que se ven aspectos similares en las izquierdas españolas, poco dadas a mirarse sus propios defectos culpan de todo cuanto suceda a las derechas, que serán mayoritariamente votadas por la población, sin explicación aparente, salvo por supuesto por culpa de los traidores socialistas, comunistas, anarquistas, o de los verdes… no influirán las constantes peleas y divisiones de la izquierda, su falta de relato capaz de aglutinar individuos, discurso que explique pasado y presente abriendo puertas al futuro. Todos los grupos, tanto en el pasado como en el presente ‘buscarán la unidad’, pero la historia está llena de luchas fratricidas entre anarquistas y socialistas, comunistas y poumistas,… y dentro de cada grupo entre sí, incluyendo los verdes; son los otros quienes no aceptan, lo que nosotros queremos en su totalidad. Mientras tanto nos sentimos victimas y glorificamos las derrotas. 

Los culpables de la crisis actual serán agentes externos, neoliberales, la crisis financiera internacional, lo cual aleja la mirada de la burbuja inmobiliaria y nuestra propia crisis financiera, el abandono de adaptación a los cambios mundiales, competitividad, industrialización, la I+D+i,… -no costaba tanto ver que se apoyaba en dos pies,- los mercados serán los culpables de no financiar deuda española a bajo precio, no la existencia de la misma –gigantesca deuda privada y posterior crecimiento de la pública- no era mentira la poca posibilidad de crecer que veían, como ha constatado la realidad… Serán otros los responsables de cuanto acontezca, así no habrá por qué rectificar. En pocos momentos hemos logrado dejar en segundo plano los rasgos que nos paralizaban, entonces hemos podido dedicar mayor energía a construir logrando excelentes resultados. La derechona es insoportable y a todos nos gustaría separarnos de ella, pero… por qué aceptar huir y quedarnos sin historia, ¿acaso no existe un relato español con el que sentirse cómodo? ¿No existe una historia española que puedan aceptar las izquierdas? Un reciente gran libro, incluido tamaño, puede marcar un hito, ayudando a establecer el discurso, se trata de ‘Historia de la nación y del nacionalismo español’ VVAA, coordinado por Antonio Morales, Juan Pablo Fusi y Andrés de Blas, editorial Galaxia Gutenberg.

La historia de España no es un dechado de virtudes, pero tampoco exclusivamente un saco de defectos, se asemeja a la de todas las naciones, una sucesión de acontecimientos de todo tipo, mezclados, vividos por individuos muy diversos con resultados cambiantes por momentos, en épocas diferentes, sometidos a tensiones internas y externas que a veces contextualizan los hechos. Evidentemente la nuestra tiene rasgos propios que la diferencian de otras historias europeas, las mezclas de pueblos y culturas, la tolerancia para convivir los diferentes, un alto grado de apertura a las ideas nuevas y a lo exterior, un fuerte impulso hacia la modernidad comparado con el resto de Europa… son aspectos que están presentes durante cientos de años en la Península. Hay muchos otros aspectos de la historia que igualan o acercan a otras naciones europeas, las luchas constantes por la soberanía, de clases y pueblos, lucha por el pan y las libertades, religiosas, colectivas o individuales…

Absurdo es pensar que fuimos extremadamente distintos al resto de naciones durante siglos y siglos; y peor aún creer que éramos sujetos de múltiples defectos, mientras las demás naciones lo eran de virtudes. Tenemos un  problema de victimismo, y nos gusta regodearnos de ciertos complejos respecto a los demás, lo cual se agrava al sumar que amplios sectores de la sociedad no terminan de encontrarse a gusto con una historia de España, que conocen en gran parte con reminiscencias franquistas. La historia es tan variada y rica, hay tantos aspectos contradictorios y diferentes que lo raro es que no se encuentren los adecuados, si se buscan. A muchos españoles no les gustarán determinadas experiencias y a otros las contrarias, lo cual puede ser aceptable, ya que encontrar un tronco común puede ser complicado, pero sería desolador no encontrar experiencias históricas por las que uno pueda sentirse satisfecho.

A menudo se olvida que toda moneda tiene dos caras, si hubo un lucha  represiva encabezada por la Inquisición, uno podría sentirse orgulloso del otro polo existente, el que representaba la diversidad religiosa entre el pueblo, de lo contrario no se hubiera institucionalizado la represión. Si hubo concentración de poder y centralismo borbónico, fue porque existió amplia autonomía de territorios e instituciones, amén de una dispersión de recursos en los albores de las burguesías que podrían encontrar mejor rendimiento en un territorio con mayor masa crítica. La aventura de las Américas sería imposible de explicar sin  un pueblo con espíritu abierto al mundo, al comercio, sin miedo a lo nuevo, gente con capacidad de navegar y gobernantes imbuidos del mismo espíritu. Seguro que el azar y la necesidad tienen mucho peso en la historia, pero también la potencialidad y características adquiridas de los pueblos.


Los libros de historia relatan numerosos acontecimientos, todos ocurrieron con contradicciones, resulta infrecuente que todo un pueblo, o un grupo humano, camine al mismo paso. Siempre hubo otros catalanes, que querían cosas distintas, las alianzas responden a intereses religiosos, políticos, económicos que favorecen a unos y no a otros, las relaciones de apoyo a guerras encuentran sentido por las contrapartidas que se obtienen, y el pueblo llano queda al margen de influir en las decisiones. La promoción como mitos de grandes hombres y los acontecimientos de 1714 no resisten bien el estudio imparcial de los historiadores. Sirva como muestra el libro citado de Ricardo García Cárcel, ‘La herencia del pasado’, quien para explicar en parte el apoyo austriacista a Carlos  consumado en la entrada a Barcelona, escribe que ‘las Cortes de 1705-1706, ratificarían los deseos de la burguesía comercial catalana conjugados con los intereses atlantistas de los aliados (prohibición de entrada de manufacturas francesas así como de las exportaciones de lanas a Francia, concesión del puerto franco de Barcelona, instalaciones de artesanos extranjeros en Barcelona…) Así eran las cosas.

1 comentario:

  1. Sobre el asunto de la Academia de Historia, un buen artículo, como siempre, de Palinuro:

    http://cotarelo.blogspot.com/2011/06/y-aqui-no-hay-disputa-de-los.html

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