domingo, 29 de mayo de 2011

Debates para el PSOE. 2. Ignacio Sotelo

Otro intelectual influyente en el ámbito socialista opina en un artículo ‘Refundar el PSOE’, comienza diciendo que El PSOE… hará bien en no empecinarse en los mismos contenidos programáticos, y sobre todo estructuras de poder.

Explica las diferencias entre Congreso y primarias, y sus contradicciones, en Congreso eligen al Secretario General y ejecutiva, mediante delegados, podría dar mayor fuerza al candidato y al equipo para un nuevo proyecto y desplaza obligatoriamente al actual presidente, adelantando elecciones. En primarias eligen todos los militantes, con un cierto desgaste del partido, pero solo al candidato electoral y no a la ejecutiva nueva ni al secretario general, provocando una bicefalia que desgastaría y aplazaría el cambio para más adelante. Salida de primarias con menor desgaste para sujetar el 2012, solo con un candidato, Rubalcaba, lo cual dejaría para el futuro a Chacón, con los grandes cambios.

''La sucesión se presenta cargada de incertidumbres y, aunque nunca quepa eliminarlas por completo, resultan inaceptables cuando se acumulan en exceso
se difunde un nuevo discurso: la crisis que vivimos no es una más de la que algún día saldremos, sino un cambio de época que obliga a una refundación completa del partido, desde programa y estrategia hasta modo de organizarse democráticamente''


Dos frases terminan ese apartado terrenal y concreto del escrito y a partir de aquí comienza una exposición teórica (para reflexionar y documentarse detenidamente), que plantea debates presentes estos últimos años añadiendo la crisis, aunque formulada en corto pueda tener importancia de cara a los nuevos equipos dirigentes del PSOE (y otras alternativas). Digamos que, va mas allá de las próximas elecciones y de las siguientes, ‘no son probables cambios hasta la segunda derrota’ dice y desde luego presenta un panorama sombrío, difícilmente aceptable para un partido político en liza que se pretenda mayoritario, pero necesaria de enfrentar. Una de sus tesis recuerda aquella obra de Jeremy Rifkin, ‘El fin del trabajo’, mi versión es de Paidós de 1996, que evidentemente es un tema para debatir en todas partes y corrientes políticas e ideológicas y no específicamente socialista.

‘’El socialismo no tiene la menor posibilidad de sobrevivir, si no reconoce el fracaso de las tres versiones que ha puesto en marcha en el siglo XX.

El modelo estatal colectivista de la revolución bolchevique
Naufragó… dejando tan solo una pesadilla en la que se combina la ineficacia con el terror

desmoronarse el modelo socialdemócrata keynesiano, que por la vía democrática aspiraba a lograr una sociedad en la que estuvieren garantizados la igualdad de oportunidades y un nivel de vida digno para todos.

La crisis actual ha hundido la última versión "débil" de la socialdemocracia, la tercera vía británica, que en un mundo globalizado había aceptado el neoliberalismo como última expresión de la racionalidad económica, con la pretensión ilusoria de poder frenar el desmantelamiento del Estado social.

El desmoronamiento se explica por los cambios socioeconómicos que han dejado a las tres versiones del socialismo sin base social. …

El hecho fundamental de que el trabajo haya dejado de ser el eje central que articula la vida de amplias capas sociales ha significado un golpe definitivo a la socialdemocracia, incluso en su última versión débil.
Aunque se cuente con las cualificaciones necesarias, ya no está garantizado un puesto de trabajo de por vida. La mayor parte de la población tendrá que acostumbrase a saltar de una colocación a otra, cambiando a menudo de actividad, con periodos intermedios, más o menos largos, de desempleo.

Esta desarticulación del mundo del trabajo elimina de raíz las clases sociales que surgieron con la revolución industrial y comporta una fragmentación creciente de la sociedad. Sin "clase trabajadora" se hunden sindicatos y partidos obreros, y con ellos, la sinergia que dio vida a la socialdemocracia.
Los asalariados, que incluyen a un buen número de parados, no forman ya un bloque unido, sino que los segmentos resultantes tienden a desarrollar culturas diferentes, con una divergencia creciente en el comportamiento electoral. Personas de los grupos sociales más dispares pueden votar cualquiera de las opciones, aunque hasta ahora haya que dejar constancia de una cierta inclinación a la derecha, incluso a la extrema.

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