lunes, 7 de marzo de 2011

Curiel. Aquellos tipos de entonces, 2

Durante la Transición la velocidad a la que corrían los acontecimientos era tremenda, la aceleración personal y social hacía estragos en las posturas individuales y colectivas, (manifestado no solo en comportamientos militantes, sino también en otros comportamientos sociales e individuales, de relación, de gustos, de preferencias …) La aceleración histórica y mayor conocimiento del exterior influyeron en el abandono de ideas revolucionarias, y en que nuevas estructuras colectivas de encuadramiento político se extendieran en plenitud, como el PSOE.

En ese tiempo es completamente normal el transvase de militantes de unas a otras agrupaciones, que se produce en mayor medida hacia el destino del socialismo. Y poquísimas veces al revés, hacia el comunismo. La estructura asociativa PSOE se adapta a esta realidad y demuestra un trabajo extraordinario de sus cuadros de organización que consiguen adecuar lo interno con la capacidad de influir en la sociedad en los deseos de cambio de millones de españoles. Ningún otro partido supo adecuar organización y política como los socialistas y ello incluyó sin duda la aceptación y utilización de las capacidades de militantes de su izquierda. Si al PSOE no le hubiera interesado la gente de izquierdas no tendría sentido haberla acogido, hubiera sido sencillo rechazarlos, al fin y al cabo, en sus grupúsculos molestaban muy poco electoralmente, no quitaban votos a los socialistas.

Por muchas razones el PSOE se configuró a finales de los setenta como la única opción susceptible de alcanzar el poder político mediante las urnas, una de cuyas explicaciones con mayor fundamento se encuentra en la voluntad ampliamente mostrada por la ciudadanía, que apoyaba, prefería, deseaba, medidas transformadoras de la sociedad sin que éstas fueran revolucionarias. La base social sobre la que debía actuar y los deseos de la sociedad en general, empujaban en la dirección democrática, recuperar tiempo y libertades de la etapa republicana, incluidas las nacionales (la memoria histórica tuvo importante papel) y la lucha por satisfacer necesidades básicas de libertad, justicia, legalidad. Y por supuesto mejora de las condiciones materiales de vida.

A este marco político, que se le puede poner el calificativo de socialdemócrata, para conseguirlo, para intentar satisfacer esas necesidades era obligatorio dotarse de la maquinaria de partido necesaria, urgentemente. El Partido Socialista entonces, se fue construyendo con varios grupos y retales e individuos, pero evidentemente hubo una intención de crear un gran marco socialdemócrata, más democrático y abierto tradicionalmente que el comunista, menos contaminado históricamente por purgas y excesos ideológicos, un partido en el que tuvieran cabida miles de personas de distintas procedencias, imprescindibles para lograr dirigir una sociedad que necesitaba unos cuantos miles de cuadros dirigentes; ministros, subsecretarios, directores generales, mandos policiales, militares, alcaldes, concejales, dirigentes empresariales y universitarios, senadores, congresistas, cargos de partido, sindicales, y un sinfín de cargos intermedios de la administración y las empresas públicas.

A la necesidad del PSOE, se une el que para miles de militantes de todas las opciones políticas aparece la posibilidad de transformar la realidad, por lo que se desencadena una masiva incorporación de individuos de izquierdas, preparados políticamente, que se dirigen hacia el PSOE el cual tiene necesidad imperiosa de cuadros para cubrir múltiples necesidades y niveles de compromiso. Así desde los finales de los setenta se produce el trasvase de cuadros políticos de la extrema izquierda, de organizaciones ciudadanas y universitarias, y por supuesto procedentes del PCE, en primera, segunda o tercera instancia, ante cada escisión o posteriormente cada renovación o refundación de IU.

La mayoría de esos militantes serán personas que tienen capacidades e intencionalidad de cumplir sueños de transformar la sociedad para hacerla más libre y justa que creen que será posible desde el poder político, y no desde las esquinas de la sociedad. Y ello implica apostar por juntarse y unir esfuerzos y parece que la sigla triunfante para ello será el PSOE, único capaz de lograrlo. Un matiz a considerar aquí, el Partido Socialista de esa etapa hasta la derrota de González, no está compuesto por los viejos socialistas que mandan y desplazados en los rincones los añadidos izquierdistas, no es así, la militancia del reconstruido partido lo será con los socialistas antiguos de todas las corrientes, los nuevos procedentes de su casa y además con la valiosa incorporación de los miles de cuadros izquierdistas en todos los niveles, lo cual le dotó de una gran fuerza y capacidad de influencia en la sociedad que es lo que consolidó sus triunfos.

Que de las incorporaciones a un partido ganador exista un porcentaje de gente que vaya a medrar y ocupar poltronas, no cabe duda, ocurre en todas partes, en todas las empresas y partidos, pero no creo que estos apéndices negativos puedan verse como la representación generalizada de los dirigentes socialistas de finales de los ochenta y comienzos de los noventa.

Es evidente que muchos luchadores por la democracia, o militantes revolucionarios, extrema izquierdosos, quedaron fuera de esta nueva realidad. Poco después de los primeros triunfos socialistas varios miles sumaron sueños perdidos en aquello que se llamó desencanto, o frustración. Que nunca fue tan extenso como se llegó a escribir, ya que se confundieron estos síntomas con la otra realidad masiva que modificó la vida a millones de españoles que sintieron cumplidos sus sueños por primera vez en su historia y por tanto, dejaron de combatir.

Habían logrado sus objetivos, amplias libertades ciudadanas, nacionales, feministas, participativas… y agua caliente y fría, colegios y universidades para hijas e hijos, atención sanitaria, pensiones, centros sociales y cívicos, viajes del Imserso, hospitales, etc. etc. Esta realidad que transformó España, o mejor dicho, a millones de españoles, no ha sido aceptada por muchos individuos que siguen contemplando como hipótesis de trabajo para el resto de análisis que lo logrado fue una derrota, o una sucesión de cesiones, o etc.

No, de ninguna manera creo que políticamente pueda hablarse de que aquellos tipos sufrieran una derrota política, la socialdemocracia demostró teórica y políticamente su capacidad para liderar y mejorar la situación de millones de españoles durante las décadas de los ochenta y noventa. En esta extraordinaria victoria participaron los Curiel y compañía, aquellos tipos de entonces.

PD. Las victorias no duran para siempre, ni siquiera el franquismo que la consiguió a sangre y fuego.

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