domingo, 20 de febrero de 2011

La que nos viene encima, otra vez

Cristóbal Montoro es uno de los factótumes de economía del PP, (a seguir de cerca otro posible ministro, Juan Iranzo). El Sr. Montoro en el programa ‘59 segundos’ de TVE, dice y redice refiriéndose a la construcción de vivienda en España en los últimos años del Gobierno Aznar, que ‘’no había ningún problema, solo que en un momento determinado hubo dificultades de financiación’’.

Es una salida a la pregunta realizada por Antón Losada, sobre quien tenía razón en el 2002 el informe del Bco. España, dirigido entonces por el Sr. Caruana en el que se planteaban posibles peligros de una burbuja inmobiliaria o los informes y políticas del PP de tirar todo para adelante con el sector inmobiliario que generaba crecimiento y desarrollo.

Por descontado el Sr. Montoro no dice que ellos estuvieran equivocados, no solo eso, sino que se lanza por la pendiente populista de que le parece muy bien que todos los españoles sean dueños de sus casas, y por qué no también de un todoterreno (por qué será que en Europa son minoría los propietarios, no hay casi segunda vivienda, y por el contrario hay extensos parques de alquileres), deja algunas ideas sobre sus pensamientos económicos. El problema era el suelo, había poco para construir, en un país semidespoblado como España con la menor densidad de población europea de los 15.
Que ¡todos los españoles tengan vivienda en propiedad!, el grito de guerra del Sr. Montoro, y de los equipos de gobierno populares, nos ha llevado a la debacle actual.

Resulta que no todos los españoles tenían dinero para comprar viviendas súper infladas de precio por lo que había que pedir préstamos, resulta que no podíamos construir más viviendas que Francia y Alemania juntas cuando tenemos solo un tercio de su población. Resulta que algo sucedía cuando construyendo viviendas como locos, encima los precios subían y subían. Resulta que no teníamos dinero suficiente para ello en este país y entonces bancos e inmobiliarias pedían préstamos externos como posesos, porque esto era Jauja y los riesgos no existían. ¿Y ahora qué?, ‘yo no he sido, ha sido ese’.

Y resulta que estamos aquí y ahora con una inmensa montaña de deuda que el sistema financiero tardará en digerir varios años (no uno ni dos) y solo se le ocurre decir que estuvo bien, pero que al final tuvimos un problema de financiación por la crisis que no atajó a tiempo Zapatero. Ningún análisis de por qué se tomó ese camino, ninguna opinión de las causas y desastres de llevar tantísimo dinero a arena y ladrillos y no a industrias, lo cual hubiera permitido la modernización y fortalecimiento del tejido industrial aumentando la productividad y por ende la competitividad españolas, que cayeron en picado durante el gobierno Aznar. Qué pena señores, que poco nivel y encima el resplandor cegó a los gobernantes socialistas.

Qué horror, otra vez llega el rancio y obsoleto capitalismo español para llevarnos en los próximos años a la edad antigua, nuevamente los que piensan que toda salida estará basada en recortes de salarios nunca en mejorar y modernizar el resto de factores productivos. Otra vez la burguesía moderna y europeísta española se ladea (o es apartada) y permite ser dirigida por la derechona sin asumir un papel modernizador.

El siguiente párrafo lo escribí en enero del 2004 en un trabajo publicado en el número de invierno de la revista ‘Iniciativa Socialista’ nº 71 (www.inisoc.org posteriormente Trasversales), y era un punto de varios en los que describía por qué actuaban de la manera en que lo hacían, ‘Por intereses e ideología’.

‘’Desprecio por la tecnología y enormes inversiones en construcción, reportan beneficios inmediatos, a constructoras e inmobiliarias, financian al PP e indirectamente vía préstamos beneficia a la banca, además dan imagen de arreglar el paro y el aspecto de gran desarrollo económico de forma inmediata, importante para aumentar su adhesión de votos populares. El sector construcción acumula la mitad del total capital invertido en España en los últimos 10 años, lo cual ha privado de ingentes inversiones a otros sectores más productivos y modernos, generando un gran problema para crecer en el futuro, además de causar la burbuja inmobiliaria que deja fuera del mercado de vivienda a los jóvenes. Abandonar la tecnología y la ciencia tiene que ver con la defensa del corto plazo como prioridad y su desprecio por el futuro, y por el esfuerzo necesario para comprender lo nuevo, lo cual está influido por su religiosidad. ’’

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