domingo, 5 de diciembre de 2010

Sobre controladores, libertades y el Estado

Los 2.500 controladores que tenemos en España, constituyen un problema. Pero son un problema para el Estado y por ende para los españolitos, no son un problema solamente para el Sr. Zapatero y su gobierno.

Muchas son las opiniones sobre el asunto de los controladores, y un nuevo rifirrafe político se ha iniciado entre PSOE y PP. Como toda realidad tiene muchos reflejos, dependiendo de por donde se mire y/o que se pretenda encontrar. Las opiniones de mi colega Jesús, de Bargas La Sagra me inducen a ampliar el asunto, no tanto o solo a responderle a él, (aunque sí espoleado por el) como a opinar sobre otra tanda de opiniones leídas por ahí a diestra y siniestra.

Sorprende que haya personas que tomen posición ante los asuntos por una vaga y genérica postura a favor de la libertad de unos individuos privilegiados, principalmente porque luchan contra el Estado, o su Gobierno, cuando este actúa como representante del pueblo elegido democráticamente. Leña al mono, dicen los que se consideran enemigos del Estado, con el componente ‘anímico’ que suele darse en otros procesos, defensa de nacionalismos, o huelgas derechistas y/o corporativistas enfrentadas al conjunto de la ciudadanía, o del pueblo.

La defensa de argumentos como el derecho a la libertad de estos individuos nos puede conducir hasta aquellos tiempos republicanos en los que cualquier enemigo del Estado había que dejarlo hacer en aras de la libertad y así cediendo, cediendo... No hombre no! exijamos al Estado que se ponga al servicio de la mayoría, por cierto igual que hacemos en otros muchos casos.

Piden libertad para los controladores, y digo yo, libertad para el pueblo (que pueda moverse, si quiere, de un lugar a otro) y si ambas se contraponen, me inclino rápidamente por defender la de la mayoría, la de los menos favorecidos, la de los indefensos y reclamo al Estado que se ponga a su lado y en contra de la minoría de privilegiados que atentan contra el resto. Libertad para mileuristas, para albañiles y mecánicos, para los precarios, para que parte de los gastos del estado revierta a los parados, pero no para aumentar los bolsillos de unos pocos que se llevan más de cien millones de pesetas al año. (Y otros muchos 60 millones, cuando muchos médicos que salvan vidas humanas constantemente pueden ganar 3 veces menos.

Alguno podría decir, libertad para todos, unos y otros, pues vale. Pero ha sido la minoría de privilegiados quien ha atentado contra la libertad de la ciudadanía. Cuando se cercenan libertades de muchos, unilateralmente, por unos pocos, la situación nos está exigiendo tomar postura.

Efectivamente uno de los elementos a considerar a la hora de resolver el problema es el de la especialización del trabajo. Ellos conocen cuáles son sus puntos fuertes, al igual que sucede con los pilotos, jueces, y algunas especializaciones más, pero lo primero para intentar resolverlo es aceptar que tener un colectivo privilegiado en sus condiciones de salario y trabajo sin recambio posible inmediato es un problema, y que para resolverlo no podemos tomar la vía del chantaje, al cual cedieron y/o indujeron (inducen) los gobiernos PP, dando mas y mas pasta y mejoras a ese colectivo.

Una vez que se reconoce que eso es un problema, susceptible de inducir a chantajes (‘o me das mas o cierro el kiosco’) y qué carajos, que encarece el servicio a los usuarios, que nos cuesta mucho dinero a los españoles que somos los que pagamos, una vez detectado el problema de que ganan muy por encima del resto de controladores de Europa y producen menos que ellos, hay que empezar a poner en marcha las vías de solución, sin demora.

Entre ellas, está la de formar a controladores militares en tareas civiles, contratar controladores europeos, contratar personal español para formarlos en procesos de aprendizaje como todo en esta vida, sean generales, o cirujanos, investigadores, oncólogos o pilotos, con tiempo, tacto y una estrategia de largo plazo, combinada con otro de corto. Pero desde luego hay que romper la exclusividad de una minoría privilegiada que puede, como han demostrado, enfrentarse al pueblo.

El conflicto no se establece entre un derecho a la huelga y un estado represor de las libertades, porque para empezar aquello no fue una huelga, salvo que a todo enfrentamiento contra el Estado se le de ese nombre, en cuyo caso podemos llegar a considerar, por ejemplo, que los guardias civiles de Tejero se declararon en huelga, y asunto concluido. En aquel 23 F fueron secuestrados unos individuos, representantes del pueblo, y en este ha sido secuestrado el pueblo directamente. Tanto en un caso como en otro ambos colectivos de población afectados no podían circular libremente hasta que sus captores depusieron su actitud.

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