miércoles, 10 de noviembre de 2010

Dice Felipe González en la entrevista

‘’-¿Estamos viviendo un totalitarismo del mercado?

-Exacto, no quería ser tan duro, pero así es. En lugar de dictar tú la norma para que el mercado funcione, el mercado te impone la norma para sobrevivir (que, por cierto, es la ausencia de norma). Y eso es lo peor, porque el mercado sin reglas te pide hoy lo contrario de lo que te va a pedir mañana. O de lo que te pidieron ayer, que era que rescataras la mano invisible del mercado de la propia catástrofe que había generado. Esto es, que hagas intervencionismo del más descarado a costa del contribuyente o del ahorrador, para rescatar al mercado. Sitúate en la piel de Obama: debo poner primero setecientos mil millones, después ochocientos ochenta mil, total, dos billones de dólares solo para salir de esa catástrofe provocada por el sistema financiero sin reglas. Muy bien. Y una vez que pongo ese dinero, puro erario público, puro endeudamiento, y usted ya está rescatado, ahora me exige que reduzca dramáticamente el déficit y el endeudamiento al que he llegado para rescatarlo. Me pide que me endeude y después me exige que me desendeude o me penaliza. Esto es lo incomprensible de la situación que estamos viviendo. Si se tuviera poder y decisión para regular el funcionamiento del sistema financiero, no volvería a ocurrir lo que ha ocurrido y devolverían el dinero público que se les ha entregado.

-Está muy claro, se está pagando con nuestros impuestos una crisis que no hemos provocado nosotros. ¿No es como para tomar las armas?

-Sí, sí, produce una revuelta... Estamos incubando la siguiente crisis financiera y la diferencia con esta será que los ciudadanos ya no tolerarán que haya centenares de miles de millones de dólares para rescatar a los banqueros de sus propios errores. Probablemente, estamos ante la última oportunidad de una reforma seria del funcionamiento del sistema.

-¿Entonces no tiene usted mucho dinero?

Hace 50 años, mi padre era cliente de un banco y el banco trataba de fidelizarlo, trataba de ser su cuentacorrentista, su depósito de ahorro pequeño, mediano, era el hombre al que le daban el crédito y lo aconsejaban... Eso se ha acabado. Ahora somos instrumentos de una banca de productos que te utilizan solo para colocarlos y cobrar los bonus. ¿Cuántos jóvenes hay vendiendo productos para cobrar el bonus antes de que se sepa si el producto da o no da buenos resultados para la entidad y sus accionistas, además de para los inversores?

-¿En qué consiste el liderazgo?

¿Cuál es el misterio del liderazgo en general, no solo en política? Hay algunas características fundamentales: Una, no puede ser líder quien no tiene capacidad, y/o sensibilidad, para hacerse cargo del estado de ánimo de los otros. Si no te haces cargo del estado de ánimo del otro, el otro no te siente próximo, siente que no lo comprendes y no te acepta como líder. Dos: no hay liderazgo si no cambias el estado de ánimo de los demás, de negativo a positivo o de positivo a más positivo, lo que comporta creer de verdad en el proyecto que ofreces, creer de la manera menos mercenaria posible porque te da más fuerza. Y la capacidad de transmitir ese proyecto como un proyecto que enganche a los demás, que comprometa a los demás cambiándoles ese estado de ánimo del que previamente te has hecho cargo. Pero tiene que ser un proyecto que le permita a la gente pensar que, aunque le pidas esfuerzos, ese esfuerzo tiene sentido, y le convence quien se lo pide porque ve que se lo cree. Y se lo cree de manera no mercenaria. Pero uno tiene que creer en lo que está haciendo.

La sociedad se ha complejizado mucho, pero el arte de gobernar es algo más que la administración de las cosas. Es la capacidad de hacer de una sociedad plural en las ideas, diversa en los sentimientos de identidad, y contradictoria en los intereses, un proyecto común que interese a todos en mayor o en menor medida. Ese es el arte de gobernar el espacio público que compartimos. Gobernamos la complejidad, pero además gobernamos, hipotecados por esa complejidad, sin un proyecto que enganche al conjunto de los ciudadanos.

-Creo que no. Antes, con lo del liderazgo, se me olvidó decirte una de las características que me parecen fundamentales, y que además se entrena: la fortaleza emocional. No la inteligencia emocional de la que hablan los gringos, sino la capacidad para mantener la centralidad tanto cuando te va muy bien como cuando te va muy mal. Eso sí que es una característica del liderazgo. Y repito, se entrena. Creo que tengo bastante entrenamiento para mantener una fortaleza emocional suficiente como para no dejarme arrastrar por el éxito o el fracaso.

-¿Y el asunto de los emprendedores?

La otra cuestión es que en la cultura en la que vivimos, que es la europea, faltan los emprendedores. Incluso cuando hay empresarios, faltan empresarios emprendedores. Falta en el país la cultura emprendedora ligada a la iniciativa con riesgo. Y emprendedor quiere decir emprendedor de la propia vida. No digo que emprendedor sea solo el que hace una empresa, que también, es el que trabaja por cuenta ajena pero es consciente del valor que añade con su conocimiento. Tiene autonomía personal significativa. Construir esa autonomía personal significativa supone que un camarero puede ser perfectamente prescindible o casi imprescindible dependiendo del valor que añada en su trabajo y por tanto de la sustituibilidad de este señor. Lo mismo te digo de una persona que cuida la casa. Si tienes a una persona que está cuatro o seis horas contigo y te añade tal valor que cuando se va te hace un agujero que te cuesta trabajo llenar, estás ante un trabajo que añade valor. ¿Será porque no hay otra persona que pueda cubrir teóricamente esas funciones? Sí, pero probablemente no te añade el valor que te añade la otra.

Ahora voy a apoyar un fondo para ayudar a las iniciativas innovadoras porque también tenemos un problema en nuestra educación en general y es que educamos para la pasividad. La parte noble de la educación es la transmisión del conocimiento acumulado, y la parte coja de nuestro sistema educativo, o de formación de capital humano, es que no entrenamos a la gente para que sepa qué hacer con ese conocimiento que va adquiriendo, transformándolo en una oferta que añada valor a los demás. Sea cual sea el título que se ostente (básica, formación profesional, superior, doctorados o máster), lo más importante en todo el ciclo de la formación es que uno sepa cómo transformar el conocimiento adquirido en una oferta que añada valor. Da igual para la música que para la ingeniería informática que para la literatura. Si uno no tiene conciencia de cómo transforma su conocimiento en oferta que añade valor, es un titulado demandante que busca a alguien que le dé una oportunidad. Creo que nuestro sistema educativo falla en eso. En nuestra cultura no se premia el mérito o la iniciativa con riesgo y se castiga con crueldad el fracaso.’’

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