jueves, 7 de octubre de 2010

La insolencia de la red, sobre la permanente memoria

Las tribulaciones del maduro blogger 4. (El olvido de olvidar)

En no pocas ocasiones me he encontrado en los blogs y redes sociales con insultos y descalificaciones, incluso en sitos donde se critican y rechazan estas posturas, los mismos, insultan a otros individuos. Basta que un reputado intelectual español de primerísima línea con docenas de libros a sus espaldas y gran experiencia vital comente algo sobre las redes sociales, para que le tachen de ignorante y aparezca la cascada de descalificaciones.

No es suficiente con exponer otro punto de vista diferente al suyo, hay que utilizar aquello tan español, de ‘tú no tienes ni idea’, se trate de futbol, política, música o la red.

Por descontado al hacerlo de esa manera, no se percatan de que en el fondo están confirmando una posición muy cercana a la mantenida por el autor criticado, el cual, como otros muchos, tiene cierta desconfianza en las redes sociales, que ya sabemos que son algo parecido a la realidad de la calle y los bares, encontramos de todo en ellas. Y algunas cosas nuevas y diferentes, por ejemplo el problema del 'permanente recuerdo, la desaparición del derecho al olvido'.

El problema es un problemón, que empieza a salir a la luz hace poco y llena ríos de tinta desde expertos internautas, hasta intelectuales , altamente capacitados para pensar, discurrir y ver caminos nuevos en la vida (pero no tan expertos tecnológicos?). Dice Eric Schmidt, consejero delegado de Google en una entrevista, ‘’No creo que la sociedad entienda lo que sucede cuando todo está disponible, listo para ser conocido y almacenado indefinidamente… ‘predice la posibilidad de que los jóvenes que usan hoy las redes sociales podrían cambiar de nombre para escapar de su pasado de internet’’.

Citado por Ernesto Hernández Busto
en un gran artículo publicado el 30-9 en El País, en el que textualmente escribe ‘’La banalización de lo privado que acompaña el auge de las redes sociales podría ser uno de los efectos colaterales de nuestra falta de control…el autor cita a otros intelectuales(ignorantes los llamarían algunos) altamente preocupados por el asunto, Viktor Mayer Schömberger y su libro ‘Delete, The virtue of forgetting in the Digital Age’ quien describe un cambio fundamental respecto a la información recordada, a J.D.Lasica quien escribió ‘Nuestro pasado está cada vez más grabado como un tatuaje en nuestra piel digital…La red ha olvidado cómo olvidar’.

Lo anterior muestra una cuestión nueva,opinable y bastante abierta, como en cualquier otra conversación, pero con alguna diferencia sustancial, en la red queda rastro de por vida y ya conocemos demasiadas experiencias en la vida laboral, política y social, en la que el rastro dejado ha servido para represaliar, perseguir, despedir, en suma atentar contra aquella persona que dejó el rastro. La Agencia Española de Protección de Datos dice en la presentación de su última Memoria ‘Se incrementan significativamente en 2.009 las consultas ciudadanas y las reclamaciones para solicitar ante la AEPD ‘’el derecho al olvido en Internet’’ pidiendo la cancelación de sus datos'.

Otra diferencia que se produce a menudo en la red, es que lo importante, lo profundo de una postura, muchas veces se orilla y deviene en banal, insulto, descalificación, incluso la ignorancia se encumbra y amplifica, se hace insolente por la posibilidad de escribir y publicarlo, ‘por gozar de cualquier grado de fama’ que dice Marías en un buen artículo sobre el asunto. Mientras esto ocurre hemos olvidado el problema de fondo, los argumentos que debíamos contraponer para combatir las ideas que no compartíamos, porque no olvidar que a una idea solo la derrota otra idea mejor.

En general no criticamos en concreto lo que dice tal individuo, que puede tener o no razón, pero al no dirigirnos específicamente a lo que dice y argumentar, le descalificamos globalmente, y con ello a nosotros mismos.

Como en la calle, solo que las redes sociales potencian esa errónea idea, de creer que todos somos iguales, (ojo todos tenemos los mismos derechos) pero no todo lo que decimos, ni todas las ideas tienen el mismo peso. Al publicar cualquier cosa en la red, nos da por pensar que ya somos escritores, sin darnos cuenta del enorme esfuerzo que realizan quienes piensan y escriben decenas de miles de páginas, así la red banaliza el esfuerzo, el trabajo, la eficiencia, exigiendo al otro que se informe, se documente, se ponga al día, que reconozca su ignorancia. Eso sí, exigiéndolo para otros, no para uno mismo.

El asunto es que de emitir una opinión que pudiera ser respetable se pasa a la cascada de… para nada respetuosa y por tanto, tampoco respetable.
Mas aportaciones:

Será mejor que no tengas que elegir entre olvido o memoria.Marcos Ros-Martín

Condenados a permanecer en la red.Defensora del lector.
'Eliminar: La virtud del olvido en la era digital'

Y otras aportaciones sobre el potencial movilizador, del que yo opinaba el 21 de septiembre en mi post 'las tribulaciones del maduro blogger, 2'
Los límites de la ciberdisidencia
'Tuiteando' la revolución.MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 06/10/2010

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con todo el artículo. Has dejado claro en pocas líneas todo lo que ocurre últimamente en la red. La pena es otro problema adyacente, el no haber un filtro "intelectual" que nos seleccione la información, ideas, creaciones que realmente aportan algo al mundo de las ideas.
    Aunque la red creo que es todavía joven, está por asi decirlo en una especie de pubertad que le falta madurar. Esperemos que el futuro sea más amable con la cultura y los personajes que la habitan.
    Saludos cordiales!

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  2. Gracias Enric.
    La inexistencia del filtro es un problema que te lleva montón de tiempo y esfuerzos. La ventaja de la prensa es que hacen el filtro, algo parecido sucederá aquí, y una vez que conozcas quien y como filtra, ya interpretaremos lo filtrado.
    La red es tremenda de enorme y diversa, y cruel, y mas peligrosa que amable, falta madurar y dejar los insultos y descalificaciones aparcados y las ínsulas de creernos únicos reyes por escribir unas letras y salir al éter, o poner un video en tal sitio.

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