jueves, 17 de junio de 2010

La crisis. Y la izquierda. 2

LA CONSTRUCCIÓN RACIONAL

Explicar la realidad con sentido común, con racionalidad, es un reto que tenemos todos, al que poco favorece la pereza intelectual española. Militantes y gentes de izquierda, en la calle, blogs, revistas, se muestran cabreados por la situación y lo que es peor desorientados y están perdidos si se conforman con tratar de explicar lo que está ocurriendo con la frase de ‘lo malos que son los mercados’, cuando ni siquiera se molestan en definirlos y solo se limitan a establecer códigos morales para etiquetarlos.

Mis primeros escritos sobre el tema destacaban el hecho de que la gente buscaba culpables individuales para justificar el tremendo tsunami mundial y lo encontraron en el gobierno. Se mezclaban los intereses del PP, con la ignorancia y vaguería y probablemente la tradición cristiana esté por medio de intentos de personalizarlo todo, o dotar de condena moral a supuestos análisis políticos, como capitalismo malo, etc. Es el mismo o parecido tema de las conspiraciones, un ángel o demonio, la religión o MrX son los que mueven como marionetas a millones de individuos con intereses contrapuestos, porque buscar explicaciones razonables resulta cansado.

Para entender mejor los mercados financieros, prefiero imaginármelos como masas de dinero agrupadas en conjuntos de instituciones que controlan unos gestores que invierten y actúan en algún lugar con cierto orden. Masas de dinero, que aportan las grandes fortunas, los ricos y empresas, pero también millones de personas, jubilados británicos, estibadores alemanes, prejubilados españoles, obreros industriales franceses, etc. Todos ellos con intereses diversos, aportan ahorros para que los rentabilicen múltiples instituciones financieras, además de miles de bancos y compañías de seguros, con miles de fondos de inversión, (no solo de riesgo, of course, hay de variados tipos), instituciones distintas con intereses diferentes, que administran ingentes cantidades de dinero, que se reúnen y actúan en un lugar hoy planetario, la mayoría de veces, a través de bolsas.

Los intereses de millones de individuos están administrados por unos cientos, o miles de gestores, habitualmente jovencitos, en ocasiones funcionarios estatales (en fondos soberanos), que dirigen las decisiones sobre cientos de miles de millones de dólares y euros, o yuanes, todos con la finalidad de conseguir mayores réditos para sus operaciones, en función de los diferentes riesgos. Para altas rentabilidades especulan constantemente, al alza y a la baja, la esencia del mercado financiero, aumentando los riesgos no solo de los partícipes, también de monedas y países enteros.

Capitales y grupos de presión, son diversos con multiplicidad de intereses. No existen mercados sin especulación, como tampoco existen mercados con todos sus integrantes manteniendo iguales posiciones. Acepto que haya grupos de intereses con mucho poder, hasta el punto de en ocasiones modificar gobiernos o monedas, (Algunas grandes compañías de seguros, por sí solas pueden controlar en saldos de fondos el mismo importe del PIB español, 1 Billón de euros). Ahora bien, la idea de que una agrupación de unos cuantos privilegiados controla el mundo, me parece alejada de la realidad actual, sean éstos la Trilateral, el Club Bilderberg, la reunión cual, o la Iglesia Católica, uno de los mas poderosos y antiguos lobbys político-económicos, junto con las familias monárquicas europeas, al menos desde hace 500 años.

Naturalmente existen dichos grupos y otros muchos, empresas gigantes, grandes corporaciones, grupos de empresas, ramas o sectores productivos, sindicatos empresariales, etc. que especulan y presionan, como existen gobiernos de uno u otro signo, o partidos políticos, lobbys en fin, que también presionan en los mercados, en la sociedad, pero no creo exista una conspiración universal que los una a todos, o dicho de otra forma, la pretensión de ver un comportamiento unidireccional del capital, con únicos e iguales intereses, es una idea intelectualmente absurda.

Sucede más bien lo contrario, luchan enfrentados entre sí para arrancarse cotas de poder, o para defender sus particulares y distintas parcelas de intereses. Unos grupos presionan para dar mayor firmeza al euro y otros para destruirlo, a unos les interesa un dólar fuerte y a otros que el fuerte sea el yuan, a unos les interesará dirigir inversiones al ladrillo y a otros a nuevas tecnologías, a unos el petróleo y a otros lo nuclear, etc. La diversidad de países, de zonas económicas, de sectores productivos, de políticas, de ideologías, de seres humanos, hace completamente impensable la unidad en un solo poder con un interés único. En las batallas el capital, el poder, se encuentra en ambos lados, lobbys y poderosos en ambas trincheras.

Hoy tenemos una multiplicidad de poderes como nunca antes existió en la historia de la humanidad, junto a grupos de presión antiguos, aparecen los distintos capitales, pero también ha entrado en escena un poder nuevo, la presencia de ciudadanos, que actúan como grupos humanos y eligen y derrocan gobiernos e influyen por tanto en las vidas de cientos de millones de personas. Los gobiernos alemán, francés, o británico, son poderes, que legislan, organizan, mandan, invierten, guerrean, cortapesan a otros poderes.

Uno de los mayores grupos de presión mundial en todas las esferas del planeta, incluidos los mercados financieros, es el gobierno chino, (como lo es el de EEUU) presionando el comercio mundial, de materias primas, incluidos gas y petróleo, o los mercados de divisas, manteniendo la baja cotización del yuan para intentar dominar el comercio de productos terminados, etc. Y a pocos de los que explican todo mediante conspiraciones, se los ocurre hablar de que el gobierno chino se haya reunido para, comprar o vender deuda pública de EEUU o para dejar de financiar a Europa, o para controlar fuentes de materias primas en África o Sudamérica y en todos los casos se enfrenta a otros poderosos intereses.

Y efectivamente, gobierno chino o club X, tanto a unos como a otros no los hemos elegido con nuestros votos, que le vamos a hacer, esa realidad es la que tenemos desde que hemos nacido, así que jugamos en ese tablero desde hace cientos de años, como para que ahora nos llame tanto la atención, y lo que es peor lo utilicemos como coartada para tratar de simplificar las explicaciones sobre la crisis y sus movimientos extremadamente complejos pretendiendo encerrarlos en una palabra como explotación o mercados.

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