martes, 19 de enero de 2010

Haití. Pobreza y organización social.

La tragedia de Haití, vuelve a sacar a la luz que la vida es igual para todos cuando la naturaleza juzga, pero es diferente cuando son las personas las que lo hacen a través de sus relaciones sociales. Algunos aspectos podemos apuntar tras el desastre.

1.- Las tragedias son mayores en los países pobres que en los ricos, y de mayor gravedad entre los pobres de esos países. Las cifras de muertos y heridos, los desastres entre las casas, las tierras, la destrucción, siempre es mayor cuanto mayor pobreza.

2.- La ayuda exterior, o interior, si gobierno y estructuras civiles funcionan habitualmente en una sociedad organizada, será más fácil de prestar, repartir, poner en marcha, que en una sociedad sin organización civil.

3.- La mayor organización social conlleva un mayor desarrollo económico y a la inversa. Ambas interactúan, mayor desarrollo implica mayor organización. Por supuesto dentro de unos niveles, pero será muy difícil encontrar sociedades desarrolladas socialmente, organizadas y democratizadas y al mismo tiempo con pobreza extrema como el caso de Haití, uno de los países mas pobres del mundo.

4.- Haití tiene una población muy poco organizada y estructurada socialmente, lo cual dificulta terriblemente cualquier tarea de ayuda, sanitaria, de búsqueda, de reparto de alimentos, medicinas, de puesta en funcionamiento mínimo…

5.- Una de las primeras tareas de ayuda tiene obligatoriamente que consistir en coordinar desde el exterior. Gobiernos y organizaciones internacionales, ONG`s, instituciones, deben coordinar esfuerzos y tareas, dotarse de mandos y aceptar el de alguna institución internacional.

6.- Por descontado la coordinación de dichas fuerzas con el débil gobierno existente debe aparecer desde el primer momento. Bonito dilema aparecería si dicho gobierno impidiera con su actuación, bloqueara o paralizara la ayuda humanitaria. Pero sucede en ocasiones, lo cual implica tenerlo previsto.

7.- Una primera tarea dentro de la isla consistirá en organizar el caos. Poner en funcionamiento las comunicaciones con el exterior parece un paso previo para que puedan llegar medicamentos, personas, alimentos. De lo contrario las buenas intenciones servirán de poco mientras cientos de camiones esperan en fronteras, aviones con miles de toneladas de ayudas no puedan aterrizar, barcos con hospitales no puedan atracar, etc.

8.- Las comunicaciones interiores son vitales. Los camiones que pasan la frontera tienen que llegar a diversos puntos de distribución, que deben estar ordenados y protegidos, de lo contrario solo aumentarán las muertes y heridos por asaltos, luchas, mafias y desesperación aumentando el caos.

9.- En los primeros momentos son necesarias fuerzas encuadradas, de rápida movilización y preparadas, normalmente militares, para asentar zonas de asistencia y funcionamientos mínimos de puertos y aeropuertos y de comunicaciones telefónicas, como asimismo de crear puntos de asistencia.

10.- Claro que son necesarias la ayuda humanitaria, in situ preferible de personas especializadas, médicos, bomberos, especialistas organizadores, conductores de maquinaria pesada, etc. pero con hospitales de campaña instalados, medicinas y agua se trabaja de manera más eficiente.

11.- Si además hay fuerzas policiales que ordenan el caos y aminoran salvajismos que inevitablemente se producirán entre la población, los robos, etc. en esos puntos de ayuda podrán trabajar, los camiones llegarán a ellos, los aviones no serán robados en las pistas y habrá decenas de miles de personas que sobrevivirán.

12.- Pasados los primeros momentos de ayuda y orden del caos, las fuerzas de ayuda deberán dedicarse a hacer funcionar la luz, el gas, el agua corriente, alcantarillado, los enterramientos, las epidemias, reconstrucción de edificios mínimos, puentes, carreteras, crear redes de distribución y de organizaciones locales…

13.- Parece que en reconstrucciones la UE, los europeos, somos los mayores especialistas mundiales muy por encima de cualquier otro país, como hemos demostrado en tantos lugares, desde Oriente Medio a la antigua Yugoslavia.

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